Con el precio de los cereales desbocado, la sequía persistente y la necesidad de combatir las emisiones de las reses, la ciencia fija la vista en los artrópodos
A. S. GONZÁLEZ
Un tercio de la producción mundial de cereales se destina al ganado, que consume anualmente, en torno a 6.000 millones de toneladas de forrajes, granos y piensos. El encarecimiento del producto, avivado por la Guerra de Ucrania y por el creciente problema de la escasez de materias primas, impulsa la búsqueda de alternativas para garantizar la viabilidad de un sector que afronta el futuro desde la incertidumbre.
¿Es tiempo de introducir los insectos en la dieta alimentaria de las reses? La ciencia concluye que sí. Investigadores de la Universidad de Santiago de Compostela sostienen que en “los actuales momentos geopolíticos y medioambientales en los que la explotación de rumiantes es muy complicada, la introducción de insectos en su ración, permitida por la normativa sanitaria, claramente constituye una solución viable y razonable a la luz de los estudios realizados”. Los informes lo firman Cristina Castillo, José Luís Benedito, Rodrigo Muíño y Joaquín Hernández, del Departamento de Patología Animal de la Facultad de Veterinaria de Lugo y ha sido publicado por la revista sectorial Vaca Pinta.
La riqueza nutricional de los insectos no admite debate. Contienen proteínas, grasas, hierro, calcio, magnesio, fósforo, manganeso, selenio, zinc… y su producción no requiere gran cantidad de tierra ni agua, a diferencia de los cultivos tradicionales. Varios estudios demuestran que los residuos procedentes de restaurantes, cultivos agrícolas, mercados mayoristas o estiércol sirven de sustrato para su producción.
Los insectos podrían, pues, convertir residuos de subproductos orgánicos en fuentes de nutrientes aprovechables. Entre sus bondades está, además, un crecimiento rápido y menores emisiones durante su producción.
El mundo consume ya más de 1.900 especies y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) designó en 2013 a la entomofagia- consumo de insectos por los seres humanos- una herramienta útil para combatir el hambre en seres humanos.
En el caso de los animales, se utilizan como pienso en acuicultura o para gallinas, conejos, cerdos y animales de compañía pero su consideración como fuente alternativa de nutrientes en los rumiantes no está “tan extendida”.
La composición nutricional de cada insecto varía en función de la especie pero presentan rasgos comunes. El estudio refleja los siguientes beneficios :
– El contenido de proteína bruta de las harinas de insectos es alto y oscila entre el 42 y el 63 %, similar a la harina de soja, común en las raciones de rumiantes.
– La concentración de ácido linoleico en la harina de insectos es superior a la ofrecida por el aceite de soja o el aceite de girasol
– Su palatabilidad es “buena”
– Pueden ser una fuente de compuestos bioactivos de alto valor, como péptidos con efectos inmunoestimulantes y antimicrobianos.
– La quitina presente en el exoesqueleto es rica en fibra y favorece el crecimiento de bacterias con “efectos ventajosos” en la salud intestinal y el sistema inmunitario. Está demostrado, por ejemplo, que las larvas de mosca soldado negra contienen bacterias productoras de ácido láctico, que pueden actuar como probióticos, y bacteriocinas, e-ficaces contra las infecciones intestinales.
La dieta de las reses constituye una herramienta más en la lucha contra el cambio climático y, en la actualidad, se investiga cómo reducir a través de ella las emisiones de los animales que contribuyen al efecto invernadero. Un estudio sobre la digestibilidad reveló que las emisiones de metano tras ingerir insectos eran inferiores a las 12, 24 y 48 horas en comparación con la harina de soja.
Otro, realizado en Estados Unidos, constató que la ingesta de harinas de insectos como suplemento proteico favorecía el aumento de peso de los terneros. El “campo de la nutrición de rumiantes ofrece muchas oportunidades dentro de la economía circular o la producción animal respetuosa con el medio ambiente”, concluyen los autores del estudio.
Y por supuesto, estudios como esté abren también el debate.