Los alumnos del IES Santa Cristina de Lena cosechan lechugas, repollos, lombardas… y hasta han construido una compostadora y hoteles de insectos
A. S. GONZÁLEZ
La idea de impulsar un huerto ecológico en el instituto IES Santa Cristina de Lena en torno al cual impartir la asignatura optativa Vida Saludable bullía en la cabeza de la profesora Celia Santamarina. Cuatro años atrás le dio forma y, junto a sus alumnos de segundo de la ESO y su compañera Digna García, cultivó girasoles, patatas, cebollas, berzas, ajos y plantas aromáticas y medicinales en cuatro bancales.
El proyecto ha crecido desde entonces, al mismo ritmo que el entusiasmo y la participación de los estudiantes. El espacio dedicado al huerto se ha ampliado, duplicando bancales, e incorpora una compostadora que construyeron los propios alumnos y un par de hoteles de insectos. “Nuestros alumnos son agricultores, entomólogos, activistas, ¡poco menos que hombres y mujeres renacentistas”, bromea el centro.
Los ocho de ese primer curso han engordado hasta rondar la treintena y el suyo es el mejor huerto escolar ecológico de Asturias, según el jurado del Concurso Regional de Agricultura Ecológica y Saludable en el ámbito escolar que promueve el Copae.
La idea de Santamarina conquistó a muchos otros y no habría salido adelante sin el apoyo decidido del director del centro, Aurelio Martínez Seco, del propio Ayuntamiento, que financia la asistencia de un profesional rico en conocimientos, y de colaboradores que han aparecido a lo largo del proceso.
La propia comunidad educativa se ha involucrado y el cuidado del medio ambiente se imparte de forma transversal. Los alumnos aprenden a través de un enfoque sostenible que cuide de la naturaleza “al tiempo que proporcionen al alumnado conocimientos sobre agricultura, tecnología y ecología”. Han participado en proyectos de reforestación, sextaferias de limpieza, cocinado con el producto del huerto, decorado con flores todo el instituto, recibido charlas de profesionales…
“Ellos son felices saliendo de las cuatro paredes de clase y yendo al patio a trabajar”, añade Santamarina. En su día a día, aportan cáscaras de huevo, peladuras de frutas y de verduras, pieles de patatas… para que el cultivo salga adelante. La menta, el romero, la lavanda, el tomillo y el orégano, las tres variedades de patata, los ajos, los pimientos, las lechugas, el repollo, la lombarda, la col, la cebolla, los guisantes, las fresas…y el próximo año, y en invernadero, los tomates. .
Antes de que acabe el curso recolectarán lo sembrado, productos frescos y saludables que en su mayoría adquiere el profesorado, y el dinero recaudado se donará a Cruz Roja. “Esta es una zona rural y mucho de lo que aprenden pueden aplicarlo después en sus propios huertos”, valora la profesora.