En 2023, se comercializaron 890.000 toneladas de lácteos provenientes del extranjero, la cifra más alta de la década, muchos de ellos «disfrazados» como nacionales
A. S. GONZÁLEZ
Mira el origen de la leche con que se ha elaborado tu queso si quieres apoyar a los ganaderos españoles. La recomendación la comparte en Linkedin el presidente Fundación Knowcosters y CEO de Capsa Food, José Armando Tellado, en un momento delicado para un sector magullado desde distintos frentes. A la subida del precio de los cereales y de los costes energéticos, el exceso de burocracia, la escasa rentabilidad o la falta de relevo generacional, se suma el incremento de las importaciones.
En 2023, según los datos facilitados por la Federación Nacional de Industrias Lácteas (FeNIL), se comercializaron en España un total de 890.000 toneladas de productos lácteos provenientes del extranjero, el dato más alto de la década. Si en el pasado España importaba leche cruda como materia prima para su industria láctea, las importaciones se centran ahora en productos terminados de bajo valor añadido, como quesos procedentes de Alemania o Países Bajos. Muchos de ellos «se han disfrazado de españoles tras un proceso de corte o loncheo» por lo que es fácil que el consumidor adquiera gato por liebre.
«No hay nada de malo en consumir quesos extranjeros, pero deberían ser fácilmente identificables» porque «un envasado español no garantiza el origen y la defensa del rural», abunda Tellado. Se trata consumir libremente, pero siempre con información.
FenNIL advierte de que el fenómeno pone «en peligro» al sector quesero nacional, formado por un gran tejido de medianas y pequeñas empresas familiares cuyos productos son expulsados de los lineales de las grandes superficies y de los mercados de exportación.
El consumo de queso España se incrementó un 1% pero ese datos global obvia una realidad: mientras la venta de piezas extranjeras se elevó un 6,89%, la de las tradicionales nacionales descendió un 3,11%; subieron también los rallados y fundidos, muchos de ellos traídos del exterior, y bajaron los frescos.
«Nuestros quesos están dejando de ser competitivos y están siendo sustituidos por importaciones de bajo valor añadido, acumulándose grandes stocks de queso nacional que obligan a reducir su ritmo de fabricación y, en consecuencia, a que haya una menor necesidad de leche por parte de las queserías», advierte el director general de la patronal láctea, Luis Calabozo.
Los españoles consumen cada vez más marcas blancas y su cuota de mercado ya supera a la de los fabricantes que venden bajo su sello. En el caso de la leche es del 58%; en el de los yogures y quesos se dispara hasta casi el 70%.
Calabozo insiste en que «es fundamental que los consumidores opten por lácteos elaborados en España y que se reconozca el valor que hay detrás de cada vaso de leche, yogur o trozo de queso, de forma que todos los eslabones reciban un precio acorde a su labor en la cadena». Comprar producto nacional es una forma de preservar «nuestra cultura e identidad gastronómica» y de apoyar la «economía de las zonas rurales».
La única forma de validar la procedencia es, a día de hoy, buscar la información sobre «Origen de la leche» en la etiqueta. El responsable de Central Lechera Asturiana subraya que solo cuando pone España el origen es local. Si pone UE, ya no procede del país.