Rosa María García Hevia se siente feliz en Gijón, pero San Martín de Huerces, en la imagen, sigue muy presente en su vida. / José Simal
«Me mandaron a Gijón aprender a coser. Fue una de las épocas más felices de mi vida. Ahora veo que las mujeres están perdiendo autoridad»
SUSANA D. TEJEDOR
No le gusta el mundo de hoy, la sociedad está perdiendo valores, y las mujeres, autoridad. Eso es lo que piensa Rosa María García Hevia, que será homenajeada el viernes, a las 21 horas, en el restaurante Las Peñas. Sus años al frente de la asociación vecinal de San Martín de Huerces y su implicación con el mundo rural, son méritos más que suficientes para las vocalías de la mujer, que la han elegido. A punto de cumplir los 81, asegura que hay que seguir peleando para mejorar esta sociedad.
–Distinguida por mujeres que valoran su implicación en el ámbito rural. ¿Cómo se siente?
–Muy emocionada. Encantada. No contaba con ello.
–Usted ahora vive en Gijón, pero nació en San Martín de Huerces y estuvo muchos años. ¿Es difícil vivir en las zonas rurales?
–Nací en el barrio El Monte. Luego, cuando me casé, marché un tiempo a La Pedrera, pero volvimos a Huerces y allí estuvimos muchos años. Es dura la vida en los pueblos. A los 12 años empecé a trabajar, aunque yo siempre quise estudiar. Mi madre me dejaba pero mi padre dijo que no. Así es que trabajé con las vacas y me mandaron a aprender a coser en Gijón. Fue una de las épocas más felices de mi vida.
–La sociedad no apoyaba a la mujer. Pero hoy, que se conmemora el Día de la Mujer, siguen las reivindicaciones.
–Las mujeres están perdiendo autoridad. Yo siempre defendí mi sitio, pero ahora hay más libertinaje que libertad. Me disgusta mucho todo lo que se está perdiendo. Vamos para atrás. Los jóvenes no tienen respeto.
–Se dedicó a las tareas del campo, consiguió que le pagaran la cuota de leche, comenzó a conducir joven, se confiesa una socialista convencida, trabajó como modista. ¿Se siente afortunada?
–Siempre fui muy luchadora y logré muchas cosas, aunque me hubiera gustado haber hecho estudios superiores. Toda mi ilusión en la vida era un piso y cuando vinimos a Gijón, no había reina a la que yo envidiara. De estar en el monte lloviendo, con frío y salir a atender a mis padres en el pueblo hasta su casa, pasé de atenderles en mi piso, calentina.
–Reivindique para San Martín de Huerces. ¿Cuáles son las prioridades?
–Autobuses. Hay que incentivar el transporte y se necesita más dinero para hacer cosas y conseguir que se quede la gente joven, porque ya no quiere estar aquí.
–Se acercan las elecciones. Se está hablando mucho del apoyo a las zonas rurales.
–La zona rural estuvo desatendida hasta que llegó Areces. Se empezó a hacer la carretera a mano, con la fesoria, las vacas, los grijos. Pasamos de no ir más que en burro a circular los coches. Estuve muy contenta con Areces, con Paz y con Moriyón, pero ahora reivindicamos mejoras en el pueblo y no nos hacen caso. Ya les dije yo que me den el material que entre Juan, mi marido, y yo, hacemos algún arreglo.
–¿Cree que desde las asociaciones vecinales se pueden lograr avances?
–Son muy importantes pero cada vez nos dan menos dinero y no puedes hacer nada.
–Al frente de ellas y en las vocalías hay muchas mujeres.
–Se dice que detrás de un gran hombre siempre hay una mujer, pero yo quiero ir delante.
–Tras una vida intensa de trabajo, ¿a qué dedica ahora su tiempo?
–Me gusta mucho viajar y también el ordenador.