Cultivo de escanda / Foto: Pablo Lorenzana

ASAPES, asociación de productores, se reunirá con el Principado para impulsar la IGP de un cereal que suma ochenta hectáreas de cultivo más de 90 toneladas de erga

A. S. GONZÁLEZ

El próximo 10 de julio la Asociación de Productores de Escanda de Asturias (ASAPES) se reunirá con la directora general de Desarrollo Rural e Industrias Agrarias, Begoña López, con una reivindicación sobre la mesa, el impulso de una IGP, y una línea roja, que únicamente incluya escanda sembrada y recogida en el Principado.

La petición no está exenta de polémica. Suenan las voces, ajenas a la organización pero del sector, que reclaman extender los límites de la identificación geográfica con un tratamiento similar al del chosco de Tineo, un producto que se elabora en el Principado pero con animales criados más allá de la región.

La escanda asturiana suma quince años de espera por un distintivo europeo que certifique sus peculiaridades y su calidad. En 2007 comenzaron los trámites para obtener la DOP y, cinco años después, en 2012, llegó el jarro de agua fría de Bruselas.

El título era denegado porque reclamaban amparar tres productos, grano, harina y pan bajo una única denominación. La esperanza no decae, a pesar del paso del tiempo y la inquietud será trasladada a la responsable regional, quien ya avanzó esta misma semana su voluntad de potenciar el producto.

«Tenemos que vender cosas que nos diferencien, y la escanda nos hace excepcionales fuera de Asturias», avanzó durante la presentación del proyecto de investigación del Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario (Serida) sobre el cereal. El trabajo ha permitido caracterizar tres variedades de escanda asturiana, ‘roxa, azul y blanquina’, ya conservadas en el banco de semillas de la institución.

«Queremos la IGP pero queremos para la escanda de Asturias. Si no se siembra aquí y no se recoge aquí no es escanda asturiana, por mucho que lo pinten o lo adoben», insiste Jose Vega, socio fundador de ASAPES, primero tesorero y ahora vocal de la comisión directiva. Con más de dos décadas de dedicación, ha visto cómo la demanda del producto se elevaba en más de un 70%.

El medio centenar de asociados cosechó en 2022 más de 90 toneladas de erga, cascarilla que esconde el grano de escanda, según los datos de la asociación; al final, entre 55 y 60 toneladas de grano salieron de las ochenta hectáreas cultivadas en el Principado.

La oferta no supera a la demanda y el sector, asegura, podría ser mucho mejore «si pudiéramos trabajar juntos». El consenso, sin embargo, no existe, y ASAPES se muestra firme en el blindaje del cereal sembrado en Asturias porque «un país sin semillas es un país pobre». «Sobra terreno pero hace falta fuerza de voluntad y trabajar», añade.
Y puntualiza que no hay problema por consumir escanda de Galicia o de cualquier otro lugar pero explicando de donde procede. «Asturias tiene un don para la calidad de algunos productos, pasa con la faba y también con la escanda. Es como un cinco jotas de Guijuelo», compara.

La escanda, al contrario que el trigo común, que prefiere suelos profundos y bien drenados, se adapta bien a suelos poco profundos, fríos y húmedos y, sobre todo, a climas lluviosos. El grano no se siembra desnudo sino con la cascarilla que lo envuelve, la erga. El encamado es la parte más exigente de su cultivo, ya que las plantas superan los 140 cm de altura media.

Es, probablemente, el cereal más tradicional de Asturias y, sin embargo, a principios de los años ochenta apenas quedaban plantaciones. Al final de la década el interés por el cereal volvió a remontar y a día de hoy es valorado por obradores, panaderías y los propios consumidores. «Nunca vendimos tanto como en pandemia», confiesa Vega.