Mamen Oliván coordina una amplia plantilla de investigadores / José Simal

Innovación. Los retos de la agroganadería evolucionan con el paso de los años y requieren de nuevas soluciones que van desde la economía circular a la mejora genética

A. S. GONZÁLEZ

El sector primario no es ajeno a la innovación y afronta continuos desafíos que obligan a replantearse la tradición y buscar alternativas. El Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario (Serida) suma más de dos décadas bajo esas siglas –su origen es más remoto y data de 1956, año en que se inauguró la Estación Pomológica de Villaviciosa– al servicio del saber, buscando herramientas y procurando el camino para que la actividad permanezca «viva y con futuro».

Los retos del campo asturiano evolucionan con el paso de los años y, con ellos, el ámbito de actuación del Serida, centrada día de hoy en asuntos tan capitales como la búsqueda de fórmulas para adaptar las producciones al cambio climático, la salud de los suelos, el impulso de la biodiversidad y los recursos locales, la implementación de la bioeconomía circular, el aprovechamiento y la puesta en valor de subproductos agroalimentarios o la digitalización de los procesos.

2022 fue, en palabras de su directora, Mamén Oliván, un año «trepidante», resumido en 38 proyectos en desarrollo –siete de ellos internacionales–, 173 trabajadores y un presupuesto superior a los 11 millones de euros. La llegada de los fondos Next Generation supuso un doble impulso porque, por un lado, permitió captar empleo joven a través de los programas ‘Primera Experiencia en la Administración’ y ‘Joven Investigo’ y, por otro, incorporar a Asturias a nuevos programas de I+D+i.

Los 57 artículos publicados a lo largo del año reflejan el trabajo en campos tan diversos como los cultivos hortofrutícolas y forestales, la selección genética y reproducción animal, la nutrición, los pastos y el forraje, los sistemas de producción o la sanidad animal.

La búsqueda de fórmulas para adaptar las producciones al cambio climático, entre sus objetivos

Los nuevos proyectos dan una idea de hacia dónde camina la ciencia en el campo asturiano. ECOSPAS estudia los efectos del pastoreo de ganado ovino en beneficio de la biodiversidad, la calidad del medio ambiente y la economía rural mientras BEEFs360 explora biomarcadores que alerten de la aparición de defectos en la carne para así anticipar el problema y avanzar en calidad.

El programa internacional Life Silfore arrancó en septiembre de 2022 centrado en impulsar la resiliencia de los bosques atlánticos disminuyendo el riesgo de incendios forestales y favoreciendo la resistencia de los árboles frente a plagas. InnObreed es otra iniciativa comunitaria que explora la mejora de cultivos orgánicos.

El desarrollo en clave sostenible se aborda desde distintos prismas. La mejora genética vegetal para el desarrollo de nuevas variedades de fabas, la aplicación de la economía circular a las ganaderías para revalorizar residuos, los controles de calidad de la leche ecológica o incluso la puesta en marcha de cultivos bajo tierra en minas abandonadas.

La gestión de plagas, el estudio de enfermedades que afecta a los rebaños, la forma de aplicar la tecnología inteligente para monitorizar las reses o la búsqueda del fruto ideal para crecer en Asturias son otras de las muchas líneas de investigación con las que la ciencia aporta conocimiento a la agroganadería asturiana. Saber es poder.