La falta de respeto hacia el medio rural ha llevado a concejos como Llanes y Ribadesella a colocar carteles para concienciar a los visitantes

GLORIA POMARADA

El Ayuntamiento de Llanes se ha convertido en pionero en instalar paneles informativos que avisan a los turistas y visitantes de las características y particularidades del entorno rural en el concejo. Con un «Bienvenidos a Llanes, municipio de excelencia rural» como cabecera, los carteles advierten de lo que podrá encontrarse en el medio rural: ganado suelto, gallos cantando temprano, olores a cuchu y campos abonados, perros de trabajo sueltos, agricultores y ganaderos trabajando para la producción de alimentos sanos, así como caminos asfaltados estrechos en los que es preciso conducir con precaución.

Esta actuación, ejecutada por la Concejalía de Agroganadería que encabeza Xuan Valladares, prevé su instalación a la entrada de los valles, parroquias, y ámbitos rurales del concejo. En una primera fase se instalaron diez carteles y ya se ha puesto en marcha la segunda. «Este tipo de iniciativas, surgidas en Francia hace algunos años, pretenden alertar de las características propias del mundo rural con la finalidad última de mejorar la convivencia entre turistas y vecinos, y tratando de concienciar de las peculiaridades de la vida en los pueblos, así como de las molestias y ventajas que ello conlleva», explica el Ayuntamiento. Ven conveniente su instalación «en un concejo en el que turismo y agroganadería son las dos principales actividades económicas».

Pongamos cordura

No es el único municipio que ha optado por este tipo de medidas, tras varias quejas sobre las molestias que supone para algunas personas el canto de un gallo de madrugada o el sonido de las campanas de una iglesia, el Ayuntamiento de Ribadesella ideó unos carteles que se distribuyeron por los pueblos del concejo para recordar lo que entraña pasar unos días en una localidad rural.  Este cartel, singular y sarcástico, indicaba las reglas que deben tenerse en cuenta a la hora de elegir alojamiento. Así que, si se opta por un hotel o casa rural, el turista tiene que asumir ciertos « riesgos». Entre ellos, los sonidos que forman parte del patrimonio sensorial del campo asturiano. Por ejemplo, el de los campanarios de las iglesias, «que suenan regularmente» o el de los gallos que cada día «cantan temprano». Suelen hacerlo al alba. Pero también el sonido de los lloqueros (cencerros) que suelen llevar algunas reses que pastorean por las aldeas junto a sus rebaños o el de los tractores «propiedad de agricultores que trabajan para alimentarte». El cartel se olvida de los olores del campo, pero dedica otro apartado a los caminos rurales que, aunque estén asfaltados, «no son autopistas», así que el Ayuntamiento recomienda circular por ellos «con precaución».

El Ayuntamiento de Ribadesella sostiene que su campaña  «tiene su sentido, más de lo que puede parecer», ante la proliferación de quejas de visitantes a las que cada verano asisten atónitos los habitantes de pueblos de toda Asturias. «Tenemos que poner un poco de cordura, no se puede pretender que los pueblos sean una ciudad».