El apicultor Alberto Uría está al frente de Miel Outurelos / Pablo Nosti
El ovetense que se mudó a Ibias para hacerse apicultor lleva 13 años peleando por un oficio «con mucho futuro» y «bueno para quien quiera emprender en el rural»
JESSICA M. PUGA
Alberto Uría lleva 13 años como profesional apícola. Nacido en Oviedo, tras estudiar Forestales, decidió regresar al pueblo de su familia, en la frontera suroccidental con Galicia, para recuperar «la miel que recordaba de neno» en perfecto equilibrio con la naturaleza.
–¿Por qué un ovetense decide irse a la frontera entre Ibias y Lugo?
–Me cansé de ser uno más en una ciudad y quise hacer algo diferente. Mi familia me transmitió que a los que llegaban de la aldea se les hacía de menos en la ciudad. Pero a mí siempre me tiró lo rural, así que regresé con el reto de poner en valor lo que se hace en los pueblos.
–¿Por qué con miel?
–La miel tiene gran arraigo e importancia cultural en la zona, donde hay colmenares centenarios e incluso terminología específica propia. Además, en mi casa siempre hubo colmenas. Cuando las quitaron y se acabó la miel de casa y hubo que comprarla en una tienda… lo que probé no era lo que conocía desde neno. Eso me hizo tomar la decisión de instalarme en la aldea en que nacieron mis antepasados, Pena da Nogueira.
–¿Qué diferencias notó cuando probó la miel comprada?
–No me emocionaba; era algo dulce, pero no terrosa ni cristalizaba ni presentaba un montón de matices y tampoco un retrogusto amargo. Hablo de hace 20 años, ahora hay muchas mieles muy buenas.
–Supongo que estar a caballo entre dos zonas dificulta las cuestiones administrativas…
–Tienes que hacer dos veces el papeleo. Afortunadamente la tecnología, aunque vaya a pedales aquí, nos facilita las cosas. Para los asturianos soy gallego, y viceversa, pero la historia, la cultura y la etnografía son las mismas; la naturaleza no entiende de fronteras.
–Hábleme de Miel Outurelos.
–Empecé de cero con nueve colmenas en 2010. Ahora tengo 160 y produzco cuatro tipos de miel: una edición limitada multifloral, procedente de un cortín que restauré hace unos años –elegida Mejor Miel de España el año pasado–, y tres mieles de las mismas colmenas en diferentes momentos del año. Saco miel de brezo en primavera y otoño y de castaño y zarzamora en verano.
–También ofrece cursos, visitas a las instalaciones… Vamos, una inmersión completa desde el Ecomuseo El País del Abeyeiro. ¿Para qué?
–Intentamos hablar de la miel en su contexto geográfico, histórico y cultural. El ecomuseo está dedicado a poner en valor la apicultura tradicional; hacemos visitas guiadas a las colmenas, enseñamos cómo se saca a miel y ofrecemos rutas de interpretación etnográfica…
–El sábado fue el Día Mundial de la Abeja. ¿Qué ha aprendido de ellas?
–Me cambiaron la vida. Toda la vida sentí la naturaleza como el hogar porque así me lo transmitieron mis mayores, pero las abejas me cambiaron la manera de mirar. Ahora soy como un castaño de 200 años, estoy agarrado a la tierra porque me alimento en ella y me afecta cualquier cosa que pase. Hago una apicultura estanca –no mueve las colmenas– y no alimento bajo ningún concepto, entonces dependo totalmente del tiempo que haga.
–¿Se comportan diferente por el cambio climático?
–Sí, como todos los insectos. Tenemos un problema enorme con la inestabilidad climática. En Asturias, donde siempre llovió durante todo el año, ahora no lo hace durante dos meses seguidos y llega frío cuando no tendría. El saúco florecía por San Juan y este año lo hizo el 9 de mayo…
–¿Qué evolución ve en Asturias en la apicultura profesional?
–Está en auge, es una oportunidad muy buena para gente que quiera emprender y volver al rural; este oficio tiene futuro. Pero me da un poco de miedo porque se está sobredimensionando; la Administración está empujando a un modelo intensivo cuando en Asturias no necesitamos tener tantas colmenas; a cambio podemos hacer un manejo más sostenible y cuidar mucho la calidad. Me preocupa que se esté dejando de lado el modelo tradicional y que no se preste atención a la recuperación de la parte cultural, que es lo único que nos diferencia del resto de apicultura que se hace en este país: tener cortinos, talameiros y estar produciendo miel en zonas oseras…
–¿Y en el consumidor?
–Cada vez valora más las cosas que se producen con un alto valor añadido. Sabe que hay 50.000 mieles en el mercado, y demanda algo que le emocione. Lo noto con la edición limitada que saco.