Fabes verdines / Foto: Nel Acebal

El Serida busca variedades más productivas, con mayor resistencia a las plagas y adaptadas al cambio climático

A. S. GONZÁLEZ

Asturias está presente en un proyecto europeo que busca la mejora genética de la «próxima generación de cultivos» de leguminosas en el viejo continente. ‘Boosting innovation in breeding for the next generation of legume crops for Europe’ impulsa la mejora genética de legumbres para la alimentación humana y animal. El objetivo, conseguir variedades más productivas, con resistencia a plagas y enfermedades y adaptadas a los nuevos desafíos del cambio climático.

El Serida, Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario, forma parte del programa, dotado de 5,5 millones de euros, y en el que participan 32 equipos de 18 países. La institución asturiana asumirá dos de las once tareas en las que se divide el proyecto.

Por un lado, liderará las tareas de formación dentro del consorcio, lo que permitirá la incorporación de herramientas innovadoras para acelerar la mejora genética, como caracterizaciones de precisión, metodologías ómicas, apoyo de la inteligencia artificial (IA) en la gestión datos, así como una actualización en la normativa europea de protección de variedades y recursos genéticos.

El programa se centrará en seis leguminosas importantes para la alimentación humana y animal, la judía común, el guisante, la soja, la lenteja, el altramuz y el trébol. El Serida contribuirá en las tareas relacionadas con las dos primeras. Entre ellas, se incluye la caracterización de una amplia diversidad europea que incluye las variedades locales asturianas, de forma que el proyecto sirva para impulsar la recuperación y desarrollo de este cultivo en Asturias.

Tradicionalmente consideradas las proteínas de los pobres, las legumbres están llamadas a día de hoy a jugar un papel importante en la seguridad alimentaria, especialmente en un contexto de cambio climático.

Mientras los nutricionistas desglosan y difunden sus beneficios -alto contenido en fibras, hierro y calcio, bajo índice glicémico y grasa, ricas en fitoquímicos y antioxidantes, fuente de vitaminas-, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) reconoce su potencial para alcanzar la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Son especies con una baja huella hídrica, capaces de fijar nitrógeno atmosférico y mejorar los suelos. Sus semillas son, además, fáciles de almacenar.