Mercado de ganado vacuno de la raza asturiana de la montaña en Corao / Foto: Xuan Cueto
El documento propone reducir la «huella negativa» de una actividad que garantiza «una espectacular biodiversidad» y la conservación de los paisajes
A. S. GONZÁLEZ
La apuesta del Centro de Estudios Rurales y Agricultura Internacional (CERAI) por la ganadería extensiva es firme y se sustenta en múltiples factores: da trabajo a pequeños productores, actúa como pilar fundamental de muchos municipios rurales, es respetuosa con los animales y el medioambiente y ofrece un producto de más calidad.
La organización ha editado recientemente una guía de guía de buenas prácticas un análisis de los beneficios que durante milenios ha reportado la actividad que aborda también cómo reducir su «huella negativa» porque, como recuerda el colectivo, la cultura ganadera es «responsable de la creación y conservación de nuestros paisajes» y garante de una «espectacular biodiversidad, desde las razas rústicas y locales a los perros de careo y de guarda o flora y microfauna asociada».
Las razas autóctonas son, de hecho, «un patrimonio de una riqueza incalculable» desde el punto social, medioambiental y de los recursos genéticos, en palabras del Serida. En Asturias hay siete reconocidas, las bovinas Asturiana de los Valles y Asturiana de la Montaña, el Poni Asturcón, la Cabra Bermeya, la Oveja Xalda, la Pita Pinta y el Gochu Asturcelta.
La mayoría están en riesgo de extinción y su paulatino declive está vinculado a su sustitución por otras variedades con un mayor rendimiento comercial. El modelo de producción sostenible ligada al territorio también está amenazado por el empuje de las explotaciones intensivas en las que el ganado estabulado deja de producir sinergias con el medio natural.
Estos son algunos de los beneficios que identifica el CERAI en el pastoreo tradicional
- Participa activamente en la creación y conservación de los paisajes y ecosistemas desde hace miles de años.
- Aumenta la biodiversidad y permite aprovechar zonas marginales y deprimidas.
- Reduce el riesgo de incendios forestales.
- El metano de los rumiantes «pertenece al ciclo natural del carbono y es de vida corta, este metano tras 10 años se hace CO2 biogénico y pasa a ser asimilable por las plantas, no como el CO2 industrial y fósil que permanece cientos de años en la atmósfera».
- Tiene una huella hídrica reducida.
- Fija población al territorio.
- Mantiene el patrimonio histórico, hídrico y cultural: cañadas, majadas, fuentes, acequias y aljibes se conservan porque se utilizan.
- Favorece la coexistencia respetuosa y efectiva entre las actividades humanas y la conservación de parajes de alto valor natural.
- Basa la alimentación de los animales en pastos naturales.
- Mejora la salud y el bienestar animal con un manejo que respeta su comportamiento natural.
- Ofrece productos de calidad organoléptica y nutricional superior.
Y estas son las recomendaciones en su guía de buenas prácticas
- Un uso racional de los recursos locales. Así, propone aprovechar los pastos en montes públicos o fincas privadas y el pastoreo de los restos de cosechas y rastrojeras en las épocas del año en las que no se cultiva, abonando el terreno que pisa y preparando la tierra para la siguiente cosecha.
- La apuesta por razas ganaderas rústicas y locales, mejor adaptadas a las condiciones climáticas y orográficas de cada zona.
- Optar por el pastoreo rotacional, que reduce la erosión del suelo.
- Trasladar a la población que el consumo de alimentos de origen de la ganadería extensiva no eleva el coste medio de la cesta de la compra, siempre que se ajuste la ingesta de carne y productos de origen a las cantidades recomendadas por los nutricionistas y autoridades sanitarias. Además, insistir en que la actividad ayuda a conservar montes y zonas rurales, reduce el riesgo de incendios en las zonas forestales, colabora en la mitigación del cambio climático y «produce un sinfín de servicios ecosistémicos que no están reflejados en el precio del producto».
- Complementar la actividad de ganadería extensiva con pequeñas industrias agroalimentarias de transformación de los productos en el propio territorio para multiplicar el potencial del impacto positivo de la actividad en los territorios rurales.