Regidor de pastos. José Antonio García, en Mestas de Con con parte de su ganado. / Mario Rojas
Problemas. La sequía pospone la subida del ganado a los pastos de montaña, en unos meses marcados por el aumento de los precios y el lobo
ANA RANERA
Dicen que «a perro flaco, todo son pulgas» y los ganaderos asturianos, a ratos sienten que ellos son los protagonistas de ese refrán. Aunque intentan ser optimistas con todas sus fuerzas, a veces les cuesta mantener esa esperanza, en vista del panorama que se abre ante sus ojos y que es de todo menos alentador. «Está siendo un año muy negro, en el que se nos junta todo», asegura, con pena en la voz, Lucía Velasco, presidenta de la Asociación de Ganaderas Asturianas. Y uno de los mayores problemas a los que se enfrentan esta temporada ella y el resto del gremio es la sequía, que complica sobremanera la subida del ganado a las montañas que habitualmente es el 25 de abril. «No subiré a las vacas a Perlunes (Somiedo) hasta el 2 de mayo porque está todo muy atrasado, por culpa de la escasez de lluvia».
Esa falta de agua hace que no haya comida y esta situación puede agravarse, a medida que avancen la primavera y el verano y, con estas estaciones, se instale definitivamente el sol en nuestra región. «Ese es nuestro mayor problema, que venga un año muy seco», se lamenta. Un problema compartido, en el oriente de Asturias, por José Luis Alonso, quien recuerda que «si no llueve, el campo no echa». Él sabe que, «si viene buen tiempo, en quince días aquí arriba hay comida, pero en principio parece que eso no va a pasar y que no va a ser una buena temporada».
Un realidad cruda, que a este joven le hace recordar que «tiene que llover, aunque a todos nos guste el sol». Por eso, sus 30 vacas no subirán hasta primeros de mayo a los puertos, sus 200 ovejas esperarán a junio y sus 80 cabras, esas sí, ya andan disfrutando de la libertad de las montañas. Aunque esa libertad tampoco libre de preocupaciones a los ganaderos porque el lobo también atormenta sus días y, por supuesto, sus noches. «Tranquilos no podemos estar porque vemos lobos por todos los sitios y, especialmente, sabemos que matará a alguno de los terneros o de las novillas jóvenes», explica.
Más de lo mismo ocurrirá con las ovejas, por eso, Alonso tiene unas cuantas demás. «Todos los años tienes que reponer alguna», asegura. Lo sabe también José Antonio García, el regidor de pastos de la montaña de Covadonga, quien asegura que «cada vez hay más lobos y cada vez están más cerca de los pueblos».
Que se lo digan a Lucía, quien está segura que de estos cánidos hay «una sobrepoblación muy grande», por eso ella asume que «tocará cuidar el ganado y estar con él para controlarlo constantemente». Igualmente, por mucho que ella esté ojo avizor, poco puede hacer si el lobo decide atacar a sus animales. «Yo tampoco me puedo defender, así que paso más miedo que vergüenza cuando subo con mi ganado y los oigo aullar».
Y, entre lobos y sequía, está el aumento de los precios que también machaca a este sector que va a peor por momentos. «Estamos muy ahogados porque los costes para alimentar a los animales cada vez son mayores», señala Lucía.
Las claves
SEQUÍA
LOBOS
PRECIOS
JABALÍ
Ese encarecimiento de los precios hace que «muchos compañeros estén reduciendo su cabaña porque las explotaciones ya no dan casi rentabilidad o, mejor dicho, no dan ninguna», se queja. «Tienes que estar poniendo dinero tuyo y mucha gente se quita vacas para sostener a las otras».
La subida del ganado a la montaña este año se retrasa ante la escasez de lluvia que provoca la falta de alimentos
Una realidad muy difícil de asumir de la que no se libra ninguno de los profesionales del sector. «Ahora no te puedes permitir tener más ovejas de las que necesitas», indica Alonso. «Cuando la ceba no está cara tienes demás para prevenir, pero ahora te tienes que conformar con tener las justas».
Tanto es así que «mucha gente tuvo que sacrificar vacas durante el invierno porque los cereales estaban por las nubes y, para poder hacer frente a ese gasto, muchos compañeros redujeron su cabaña todo lo posible», señala José Antonio García.
«Hay una sobrepoblación grande de lobos. Paso más miedo que vergüenza cuando subo al monte con mi ganado»
Y, para seguir sumando problemas a un sector ya de por sí castigado, este año los incendios arrasaron con 32.000 hectáreas dentro del Principado, aunque, por fortuna, las zonas de estos ganaderos se libraron de esta debacle. Eso sí: ellos no se libran del desastre que deja a su paso el jabalí, que «destroza todos los campos y los deja para plantar maíz, pero no para pastar las vacas», se lamenta Francisco Gelot, otro ganadero del oriente de Asturias.
«Mucha gente tuvo que sacrificar vacas durante el invierno porque los cereales estaban por las nubes»
Con todos esos contratiempos, es muy fácil entender el desaliento de estos tres ganaderos que viven con la vista puesta en el cielo, en los precios y en los lobos. Con los ojos sin perder detalle de ninguno de esos factores, es muy difícil seguir adelante con una profesión cuya realidad cada vez es más complicada. Por lo pronto, intentando recuperar el optimismo, estos ganaderos preparan su cabaña para alcanzar las cumbres asturianas como si el camino fuera fácil.