Casa Manolón, ganadería de vacuno de leche, la mayor de su concejo, Tineo. / A. Sánchez
La producción se mantiene pese a seguir perdiendo unas diez explotaciones al mes y situarse por debajo de las 1.350 ganaderías
OCTAVIO VILLA
Es negocio productivo y rentable una ganadería de leche? El sector ha sufrido a lo largo de 2022 el año más convulso que se recuerda, aunque industria y gran distribución comenzaron, a mediados del año, a dar el brazo a torcer. El riesgo de desabastecimiento se hacía claro, con unos costes de producción que se multiplicaban para el ganadero con la doble carga de profundidad de inflación que supuso, por una parte, la crisis de materias primas originada a nivel global por la pandemia y, por otra, la guerra de Ucrania. Por eso, durante 2022 el precio base de la leche ha crecido como nunca, hasta llegar a superar los 48 euros por cada 100 litros de media en España y los 53 en Europa, mientras que en 2021 difícilmente se llegaba a los 40.
Con todo, la ganadería de vacuno de leche en Asturias sigue en un proceso de reconversión duro. Si en marzo pasado había 1.411 ganaderías con entregas de leche constante a la industria, casi 100 menos que un año antes (1.509), en noviembre pasado eran ya solo 1.356 las que resistían, lo que viene a implicar un cierre cada tres días y apunta a que enero habrá comenzado con menos de 1.350 ganaderías de leche de vacuno activas en Asturias.
¿Implica eso un descenso de la producción? Todo apunta a que no, y que 2022 se cerrará de nuevo por encima del medio millón de toneladas producidas en Asturias, pero también apunta en la dirección de que toda la ganadería de la cornisa cantábrica sigue en un proceso de reconversión que poco a poco la lleva hacia un modelo más intensivo de producción, con ganaderías de mayor tamaño, en las que los costes básicos de producción se repartan entre más cantidad de leche producida. ¿En qué se ha traducido esto? España era un país, a principio de los años 90, con cerca de 150.000 productores registrados de leche de vacuno. Hoy apenas supera los 11.000, de los que más de la mitad (el 56%) se encuentran en Galicia, mientras que en Asturias están el 12% de los productores.
De por medio, el final de las cuotas lácteas hizo desplomarse el número de ganaderías, al menos registradas como tales, a lo largo de los años 90 y el principio de este siglo. Con todo, regularizada la situación, desde 2006 hasta ahora se ha venido reduciendo el número de ganaderías a un ritmo menor, pero siempre por encima del 6% anual, con especial incidencia en la cornisa cantábrica.
¿Qué le queda a la costa norte por hacer? Los deberes son varios, pero en primer lugar hay que anotar que sigue habiendo mucha ganadería de un tamaño excesivamente pequeño. Ese 12% de los ganaderos españoles que son también asturianos producen hoy apenas el 7% de la leche del país. El pecado es similar en Galicia. Con el 56% del total de ganaderías apenas llega al 40% de la producción nacional. Incluso Cantabria sufre del mismo mal. Tiene el 8% de los ganaderos de leche y suma el 6% del total de la producción, mientras que regiones que optan por un modelo diferente son ahora la segunda, tercera y cuarta comunidades con más producción. Así, Castilla y León, con un 7% del total de ganaderos es la segunda en producción, con un 13% de la leche. La sigue Cataluña, que con un exiguo 3% del total de ganaderías pone en el mercado el 10% de la producción total. Y Andalucía, con un 4% de los ganaderos genera el 8% de la leche.
«Será peor», puede responder el consumidor medio. Pero el caso es que en septiembre pasado en la última revisión general de precios de Infolac -que se generan, entre otros aspectos, por las medidas de calidad de la leche en origen-, Asturias marcaba entre las cinco primeras productoras el segundo peor precio (48,25 euros por 100 litros), solo mejor que el de Galicia (46,89) y por debajo de Castilla y León (49,42), Cataluña (48,83) y Andalucía (49,22).
Mucho camino de mejora
Por otra parte, el mercado nacional tiene capacidad de absorción de la producción láctea. Hoy por hoy, los ganaderos españoles apenas cubren el 81% de la demanda nacional de leche y derivados (hace un año cubrían el 86%), mientras que las importaciones triplican a las exportaciones, pese a la buena fama de los derivados lácteos españoles, en particular de los quesos, en los mercados internacionales.
Y se cae por su peso la idea generalizada de que la leche de los verdes pastos cantábricos es especialmente buena en contenidos de proteína y materia grasa. Es cierto que en la última reunión de la sectorial láctea nacional se constató que la leche asturiana, al menos del último periodo anual analizado (de octubre de 2021 a septiembre de 2022), era, con un 3,8% de materia grasa y un 3,3% de proteína de media la tercera mejor del país en el primer indicador (la superan Galicia y País Vasco, ambas con 3,86%) y se quedaba justo en la media en el segundo.
Pero no es menos cierto que de los países de la UE que entran en el mismo estudio (Bélgica, Dinamarca, Alemania, Irlanda, la propia España, Francis, Holanda, Austria, Polonia, Portugal e Italia) solo Italia y España estaban por debajo del contenido en grasa de la leche asturiana y Francia y Portugal, por debajo en la de proteínas. Todos los demás países, muy por encima, con contenidos de hasta el 4,42% en grasa (Holanda) y el 3,62% en proteínas en Dinamarca. Son indicadores que no solo muestran que hay camino abierto para la mejora de la calidad de la leche, sino también de la rentabilidad, porque el precio de la leche ha crecido más en Europa que en España en el mismo periodo.
Eso sí, todo el sector está en reconversión. Baste un dato, demoledor: en 2008, cada explotación láctea española generaba 245.800 kilos de leche al año. En 2021, solo 13 años después, la media es de 634.559 kilos por explotación y año, con un crecimiento, solo en el último año, del 5,9%.
Una de cada tres explotaciones tiene una mujer al frente
El dato frío es que el 68% de las explotaciones tienen como titular a un hombre, mientras que casi un tercio, el 32%, son gestionadas, al menos en los papeles, por mujeres. Esa cifra solo es superada por Galicia, donde el 40% de las explotaciones están a nombre de mujeres. La práctica totalidad del resto de comunidades superan el 84% de titularidad masculina (solo están por debajo del 80% las Islas Canarias, por una parte, y Cantabria y el País Vasco, por otra. Mientras en regiones en las que las explotaciones de vacuno de leche son de carácter intensivo y con un alto nivel de estabulación, como Andalucía y las dos Castillas o Cataluña se supera el 90% de titularidad masculina (el caso más extremo es La Rioja, donde la totalidad de las ganaderías de leche están en manos de hombres), se da la circunstancia de que las cuatro regiones en las que el manejo sigue siendo eminentemente en extensivo y con poca estabulación, las cuatro de la cornisa, son también las que más titularidad femenina tienen.