Una vaca bebe en un abrevadero de la parroquia gijonesa de Ruedes / Aurelio Flórez

El modelo de agricultura y ganadería no intensivo sitúa a la región a la cabeza nacional, seguida de la vecina Cantabria

A. S. GONZÁLEZ

La Red Ciudadana de Vigilancia de Nitratos, iniciativa popular impulsada por Greenpeace para el control de la calidad de las aguas, presentó ayer los resultados cosechados a lo largo de 2023, fruto de 1.300 mediciones. El agua subterránea asturiana es, a tenor de los resultados obtenidos, la menos contaminada del país.

La organización vincula el modelo regional de agricultura y ganadería con la mejora respecto al resto de comunidades «lo que puede ser la clara confirmación de que, a menos presión sobre las aguas, menos contaminación».

Los análisis de la organización ecologistas arrojan contaminación por nitratos en el 54% de las aguas subterráneas del país. Superan ampliamente esa media Islas Baleares (100%, aunque con muy pocas mediciones), Galicia (75%), Aragón (72%), Castilla y León (68%), Andalucía y Navarra (62%) y también, más discretamente,  Región de Murcia (57%), Comunidad Valenciana (56%), La Rioja (55%) y Castilla-La Mancha (52%).

Por contra, en el Principado solo el 6,25% de las aguas estaban afectadas mientras en la vecina Cantabria, la segunda región con mejores resultados, este porcentaje se elevó hasta el 18,75%. Las aguas superficiales cántabras están mejor que las de Asturias (37,78% frente a 48,98%).

Greenpeace vincula las «preocupantes» cifras a los modelos de explotación ganadera intensiva.  «Estamos en una situación de emergencia climática y de crisis del agua. Por eso es indignante ver cómo el número de macrogranjas se ha duplicado, y más, en los últimos 9 años», lamenta Luis Ferreirim, responsable de agricultura y ganadería en Greenpeace España.

Si en 2013 había 1.569 el país, en 2022, alcanzaban las 3.618, un crecimiento del 135 % en menos de diez años. El colectivo considera «vital» reducir el uso de fertilizantes y la cabaña ganadera en intensivo y adoptar una dieta donde predominen los alimentos de origen vegetal.

«Todas las administraciones son conscientes del grave problema y también de la enorme responsabilidad de la ganadería industrial, sin embargo, falta visión de conjunto y una acción coordinada y, principalmente, medidas valientes por parte de las comunidades autónomas, que son quienes, en última instancia, están permitiendo este avance desmedido de la ganadería industrial y sus macrogranjas», concluye.