El proyecto Life Silfore, que busca reducir el riesgo de incendios conjugando pastoreo de razas autóctonas y producción forestal, se exhibe en Mieres

A. S. GONZÁLEZ

El gochu asturcelta  y la cabra bermeya se suman a la lucha contra el cambio climático. El Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario (Serida) ha incorporado a las dos razas autóctonas en peligro de extinción al proyecto europeo Life Silfore, que busca reducir el riesgo de incendios y aumentar la resistencia de los sistemas agroforestales atlánticos y subatlánticos.

Se trata de combinar, en un mismo terreno, la producción forestal con el pastoreo de razas locales para fortalecer los ecosistemas, reduciendo la biomasa combustible, clave para minimizar el riesgo de incendios y mejorando el estado sanitario de las masas forestales.

Además, con la conjugación de ganadería y silvicultura se espera incrementar la biodiversidad a distintas escalas, disminuir la propagación de enfermedades y contribuir al fortalecimiento de la economía rural.

En el concejo de Illano, en un hábitat de matorral de brezal-tojal, tradicionalmente afectado por los incendios forestales, pastan ya las cabras bermeyas. A su vez, en Villacondide, en Coaña, en un bosque de frondosas, prados y frutales interconectados, se practica un pastoreo rotacional con gochu asturcelta.

El modelo productivo diversificado y minifundista es muy característico en Asturias pero también en amplias regiones atlánticas del noroeste peninsular por lo que los resultados pueden ser replicables en otras latitudes. Los distintos socios trabajan en 92,4 hectáreas repartidas entre Galicia, Portugal, Asturias y el País Vasco.

El proyecto se acerca a la ciudadanía desde el Edificio de Investigación del campus de Mieres, que acoge la exposición itinerante ‘Life Silfore: el silvopastoralismo en la zona atlántica-subatlántica de la península Ibérica’.

Además del Serida, en el grupo de trabajo están presentes el Instituto Vasco de Investigación y Desarrollo Agrario (Neiker), el Instituto Politécnico de Bragança, la Agencia Gallega de Calidad y la Universidad de Santiago de Compostela. La investigación, financiada por la Comisión Europea con cerca de 2,6 millones, se prolongará hasta 2027.