José Luis González, junto a sus vacas / J. M. Pardo
José Luis González es un ganadero concienciado con el bienestar animal y con el cuidado del medio ambiente, pero ha tenido que soportar diez años de trabas administrativas para colocar unos paneles solares que alivien la factura de la luz. Alimenta a sus vacas frisonas con la producción de un forraje equilibrado que reduce el metano que generan
MARÍA RENDUELES
José Luis González es el propietario de una ganadería de vacas de raza frisona, en Zanzabornín, a la que todo el mundo conoce por ‘Casa Veranes’. Bromea con que, a veces, tiene que hacer papeleo para dos concejos distintos porque se encuentra entre Gozón y Carreño. Pero se pone más serio cuando admite lo laborioso que ha sido poner en marcha una instalación de 78 paneles solares. La estrenó hace un año, pero tuvo la idea hace diez y la administración no se lo puso fácil, «aquí eran todo trabas». Los paneles equivalen a 34,8 kilovatios de potencia, o lo que es lo mismo, consiguen una reducción del 35% del consumo de la luz. Es la primera ganadería en Gozón y Carreño en colocarlos. Gracias a un convenio entre Central Lechera Asturiana y EDP contrató un modelo de renting, de esta manera «no tengo que hacer la inversión y se va amortizando poco a poco». Asegura que es muy práctico porque no se ha tenido que preocupar de nada, ni de la instalación ni del mantenimiento. Detalla que el lugar donde se han colocado los paneles no es casualidad. Están situados en un terreno inclinado orientado al sol la mayor cantidad de horas. La ventaja de esto es que, al no estar en un tejado, se garantiza la seguridad y la facilidad a la hora de solucionar cualquier problema que pueda haber en ellos, ya que se puede caminar a su alrededor. «Además la instalación en un tejado sería mucho más costosa». Con la energía que estos paneles generan abastece la ganadería pero también el día a día de su casa. Su coche eléctrico también lo carga con la energía solar, ya que hace hincapié en que «intentamos reducir al máximo la huella de carbono de todo lo que hacemos». Además, toda aquella energía que no utilizan la vierten a la red eléctrica y consiguen un incentivo «que no es mucho, pero céntimo a céntimo, todo cuenta».

El ganadero, con los paneles solares que ha instalado / J. M. Pardo
Esta ganadería, de tercera generación se ha ido transformando. José Luis ha tomado el testigo de su padre y de su abuelo que tenían vacas de carne, pero optó por sacar adelante vacas productoras de leche, y fue comprando frisonas en ganaderías con muy buena genética. Aboga por el buen manejo y bienestar animal y se esfuerza por llevar su explotación a la huella de carbono cero. Evidentemente seguirá sus vacas seguirán emitiendo gases a la atmósfera, pero las medidas que ha ido implementando poco a poco contrarrestan esa la contaminación. Está convencido de que «nosotros dependemos mucho del medio ambiente, la tierra tenemos que cuidarla. Si la mimas te da más producción» con sus vacas sigue la misma filosofía y bajo ese fundamento gestiona toda su explotación.
José Luis ve como algo muy valioso estar rodeado de árboles porque «todo el metano que generan las vacas se compensa con el oxígeno que estos producen». Su afán por no contaminar el medio ambiente, le ha llevado a producir el forraje para sus vacas. Junto a un equipo de técnicos ha plantado sus propias semillas de forraje, de manera «que sean más digestibles para que los animales produzcan más leche y emitan menos metano a la atmósfera». Esto es una motivación más en la búsqueda de esa ansiada huella de carbono cero e insiste en que «no son cero emisiones, sino huella de carbono cero» que es a lo que la ganadería poco a poco está llegando.
En su explotación de sesenta hectáreas, tiene unas 120 vacas, de las cuales, 75 ordeña dos veces al día, cada doce horas aproximadamente. Los cuidados diarios de sus animales son muy rigurosos, por eso cuenta con la ayuda de dos empleados más «que son como de la familia». José Ramón y José Manuel son los profesionales que ayudan en el día a día a cumplir el objetivo de José Luis. «Entre los tres conseguimos sacar todo esto adelante, con calidad de vida y con los descansos pertinentes, vacaciones y demás para disfrutar de la vida y de la familia».
Para este ganadero el relevo generacional no está garantizado, aunque sus dos hijos, Carla de 25 años y Rodrigo de 14 años le ayudan de vez en cuando, «les gustan más otras profesiones». Pero José Luis está orgulloso de la vida que llevan en el campo, y de que algo cale, como el trabajo que Rodrigo presentó en matemáticas para explicar los porcentajes, poniendo de ejemplo las cantidades de los distintos componentes del forraje que su padre ha creado para la mejor alimentación de sus vacas.
José Luis resalta la importancia de que el consumidor tiene que ser consciente de todo lo que está detrás de un buen vaso de leche. El buen cuidado de los animales, los sacrificios y todos los esfuerzos que el ganadero pone para que esa persona esté bebiendo algo de tan buena calidad y que por supuesto repercute en el precio. «Lógicamente si quieres calidad, cuesta todo un poco más».