Instalaciones y laboratorios del Serida / José Simal

La entidad dispondrá de 13,2 millones de euros destinados a impulsar la investigación y el desarrollo tecnológico agroalimentario asturiano

A. S. GONZÁLEZ

Un día antes de que expirara el mes de noviembre, el Consejo Rector del Serida aprobó su proyecto de presupuestos para 2024, el más alto de su historia. La entidad dispondrá el próximo ejercicio de una partida de 13,2 millones de euros, un incremento de 651.000 euros respecto al año actual que ya fue, en palabras de su directora gerente, Mamen Oliván, «trepidante».

Los investigadores abordarán distintos proyectos para contribuir a la modernización y mejora de las capacidades del sector agroalimentario regional, incrementando el conocimiento y el desarrollo tecnológico. El fin último es avanzar en la productividad, la diversificación y la elevación de las rentas en el campo asturiano.

Para alcanzar este propósito, busca financiación en los ámbitos europeo, nacional, regional y local y promueve la interacción y las sinergias entre universidades, centros públicos y privados de investigación, empresas, organizaciones, entidades financieras, usuarios y administraciones públicas.

En los últimos años, el Serida ha abordado, entre otras cuestiones, la adaptación de las producciones asturianas al cambio climático, la salud de los suelos y la biodiversidad, los recursos locales, la implementación de la bioeconomía circular, el aprovechamiento y la puesta en valor de subproductos agroalimentarios y la digitalización de procesos.

El proyecto ‘Mother’ avanza en la criopreservación de los ovocitos de las reses y ‘Guardians’ en la búsqueda de soluciones inteligentes para el «empoderamiento de pequeñas y medianas explotaciones como guardianes del territorio». ‘Life silfore’ indaga en la conservación y gestión de los sistemas agroforestales resilientes mediante el silvopastoralismo’ y Agroalnext’ en una transformación «más verde, sostenible y digital».

Son solo algunos de los proyectos en marcha pero hay muchos más: la mejora genética de las judías, la resiliencia del castaño europeo, la detección temprana de los defectos en la carne, el gochu asturcelta, el carbono y los bosques, los cultivos agrícolas autóctonos, la economía circular…