El control de plagas y la dispersión de semillas dependen, en gran parte, de aves comunes y colocar sebes favorece la mejora de las plantaciones
A. S. GONZÁLEZ
Hay aves que comen insectos y ayudan a los agricultores a controlar las plagas; también las hay que devoran frutos y dispersan sus semillas, ayudando así a los bosques a regenerarse. ¿Se trata de especies distintas, o hay aves capaces de interconectar distintos servicios ecosistémicos? ¿Qué características tienen? ¿Y qué se puede hacer para conservarlas?
A todas estas cuestiones responde la investigación del Instituto Mixto de Investigación en Biodiversidad (IMIB), institución con sede en el campus universitario de Mieres, recientemente publicada en la revista Agriculture, Ecosystems and Environment, medio de máximo impacto en su área del conocimiento.
La investigación constata que el control de plagas y la dispersión de semillas en las plantaciones de manzano dependen, en gran parte, de las mismas especies que son, precisamente, las más comunes. Fomentar los setos, proteger los pájaros silvestres e impulsar su retroalimentación ecológica son medidas eficaces para la mejora de las pomaradas.
«Conocíamos de antemano que las pomaradas albergan una alta diversidad de aves insectívoras, que comen plagas del manzano, pero también de aves frugívoras, que comen frutos carnosos -y dispersan las semillas- de los árboles y arbustos que configuran las sebes o setos vivos que rodean las plantaciones de manzano», explica Daniel García, catedrático de Ecología de la Universidad de Oviedo e investigador principal del estudio.
El estudio ha ido un paso más allá al averiguar exactamente qué plagas comen, y qué semillas dispersan, a través de la captura de aves en tres fincas durante un año para evaluar su dieta. Los animales eran atrapados a través unas finas redes de nylon y mantenidos en bolsas de algodón hasta que defecaban. Entonces, volvían a la libertad.
Se recolectaron heces de más de un millar de ejemplares de cuarenta especies, desde carboneros a reyezuelos, pasando por pájaros carpintero y diversos zorzales. A partir de ellas, ya en el laboratorio, se extrajeron los restos de ADN de artrópodos y de frutos consumidos.
Los investigadores utilizaron modelos de redes ecológicas para estudiar la estructura global de las relaciones entre especies que subyacen al control de plagas y a la dispersión de semillas. Evaluadas por separado, las redes mostraban estructuras diferentes.
En la red de control de plagas, unas aves solo atacaron a ciertas plagas y otras se cebaron con otras. Sin embargo, en la red de dispersión de semillas hubo muchas relaciones cruzadas, con aves que diseminaron prácticamente todo tipo de semillas y, a su vez, plantas que fueron dispersadas por casi todas las aves.
“Estas diferencias estructurales tienen una repercusión en cómo funcionan los servicios ecosistémicos. Podemos esperar que el control de plagas mejore cuando tenemos más especies de aves. También, que la dispersión de semillas sea muy resiliente y se mantenga incluso aunque desaparezcan algunas especies de aves”, abunda García en un artículo publicado por la Universidad.
Al construir una única red híbrida, con aves, plagas y plantas, los investigadores descubrieron que casi la mitad de las especies de aves analizadas estuvieron involucradas en los dos servicios ecosistémicos. Ciertas especies, como el petirrojo europeo o la curruca capirotada, ocuparon el centro de la red híbrida, lo que revela su importante papel tanto en el control de plagas como en la dispersión de semillas. La principal característica de ambas es que eran muy abundantes y comunes.
El trabajo demostró, además, la relevancia de las sebes que rodean las pomaradas como refugio y alimento, en forma de frutos silvestres, para multitud de pájaros que benefician el cultivo y que contribuyen a regenerar y mantener a largo plazo esas propias sebes a través de la dispersión de semillas.
En el trabajo también ha colaborado el Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario de Asturias (SERIDA) y ha contado con el apoyo de la Fundación BBVA y la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife).