Rafael Olivo, en su plantación de kiwis
El fruto asturiano se cotiza por encima del nacional en el mercado y su singularidad busca verse refrendada por una IGP que aporte valor añadido
A. S. GONZÁLEZ
Los primeros kiwis nacieron silvestres en los bosques del lejano valle del río Yang-Tse-Kiang (China). A Asturias no llegarían hasta los años casi ochenta. Los frutales encontraron en la costa atlántica el clima ideal para desarrollarse y su cultivo ha ido expandiéndose hasta convertir Asturias en la segunda región productora del país, solo superada por Galicia. El Principado suma más de 200 hectáreas y envía anualmente en torno a 3.500 toneladas al mercado que, si las previsiones de los productores no fallan, en poco más de cinco años crecerán hasta las 5.000.
El auge del sector, convertido en motor económico de la zona del Nalón, avanza parejo a la popularización de un alimento cuya demanda se ha disparado, impulsado por los hábitos de nutrición saludable. No en vano, se trata de una de las frutas más completas: rica en vitamina C, más incluso que las naranjas, potasio, fibra, antioxidantes, fuente natural de ácido fólico… En España, consumimos de media 3,5 kilos; a final de año, el país devora 130.000 toneladas pero produce únicamente en torno a 30.000. El país es el primer importador europeo.
El fruto asturiano tiene sus propias características organolépticas, fruto del suelo en el que crece y de un clima que se amolda a sus necesidades: temperaturas templadas, alta humedad ambiental y pluviometría elevada. El resultado es un kiwi carnoso, de sabor dulce por su alto contenido en azúcares y materia seca. A primera vista, es de color marrón, más claro y brillante.
Todas esas singularidades serán ahora estudiadas por los técnicos para impulsar una IGP propia que certifique las características únicas y la calidad de un producto que el mercado ha sabido valorar. El kiwi que brota en el Principado se cotiza por encima del nacional que, a su vez, se vende a un precio superior al de Italia, Francia o Grecia.
Rafael Olivo presidente de la Asociación de Kiwicultores de Asturias (Aka), que concentra más del 60% de la producción asturiana, cree que el sello contribuirá a abrir las puertas del mercado internacional y a poner, negro sobre blanco, la calidad del producto, incrementando su valor añadido.
La posibilidad de dotar de una identificación geográfica al alimento ya se había puesto sobre la mesa tiempo atrás pero entonces el sector carecía de masa crítica. Su crecimiento, y sobre todo su profesionalización, ha dado alas a la pretensión; también el apoyo regional. “Me consta que este Gobierno quiere impulsar la producción de kiwi porque contribuye a fijar población en el mundo rural y porque es un sector con futuro y proyección de crecimiento”, defiende el agricultor.
Incorporarse a la producción industrial es, sin embargo, complicado. Los árboles tardan entre tres y cuatro años en dar fruto y siete en alcanzar la producción ideal, lo que significa que la inversión tarda en rentabilizarse y solo quien goza de músculo puede afrontar el desafío. A ello se suman los intangibles del campo: las heladas, que el año pasado hicieron estragos, las inundaciones…
Los kiwis en Asturias se cultivan, sobre todo, en las vegas de los ríos y una de las reivindicaciones del sector es la limpieza de la ribera de los cauces para evitar desbordamientos. El difícil acceso a la tierra o la excesiva burocracia son otras de las reivindicaciones. Encontrar mano de obra cada vez resulta más complicado, lamenta Olivo, que lo vincula con el exceso de “ayudas y pagas”, lo que dificulta el imprescindible refuerzo en la época de recolección del fruto.
“Frutas, verduras y cualquier alimento se van a convertir en artículos de lujo”, vaticina Oliva, dados los problemas que afronta el campo. A favor del kiwi está la profesionalización de un sector que suma en torno a cuarenta productores y el auge en la demanda. Con todo, la radiografía del sector de este frutal es más que esperanzadora y entre el grupo Primland, Kiwinatur o Feito y Toyosa planean plantar más de cincuenta nuevas hectáreas el próximo año.