Explotación de huevos ecológicos de Casa Garzea. / Damián Arienza
El sector avícola alerta de que la nueva normativa de bienestar animal pone en riesgo a las granjas pequeñas y disparará el precio de los huevos
MARÍA AGRA
Los avicultores asturianos empiezan a preocuparse por las consecuencias que puede tener la nueva legislación sobre espacio y bienestar animal que entrará en vigor este viernes. Sin conocer todavía el plazo que tendrán para implementar todos los cambios necesarios y adaptar sus explotaciones a la próxima normativa, y a su vez conscientes de que «las leyes están en constante movimiento», están a la espera de más concreciones para empezar a tomar decisiones.
Cuando llegue el momento, las jaulas desaparecerán de las explotaciones avícolas y todas las gallinas pasarán a suelo. Al menos, todas las que quepan en el espacio del que dispone la granja cumpliendo con las condiciones que exige la nueva normativa: cuatro metros cuadrados por ave.
«Económicamente eso es devastador», asegura Marta Viejo, propietaria, junto a sus hermanos, de Granjas Porceyo, en Gijón. La suya es una «granja pequeña» y ya adelantan que «no sabemos muy bien qué hacer, si adaptarnos o cerrar». Con alrededor de 50.000 gallinas ponedoras que tiene distribuidas en pisos en distintas naves, afirma que para pasarlas a suelo tendría que reducir el censo prácticamente a la mitad, ya que «el espacio es el mismo y no puedo modificar las granjas». En su caso, «invertir en nuevas instalaciones» tampoco es una opción porque todavía sigue pagando las que adquirió en 2012.
Por tanto, esto se traduce en que «tendría la mitad de producción, pero los mismos gastos, por lo que el coste de producción sería el doble», lamenta Viejo, que reconoce que «ahora estamos en un momento en el que no sabemos muy bien lo que va a pasar».
Aunque hay muchos avicultores que ya han hecho el cambio a gallina sin jaula, no es una cifra suficiente «para lo que va a pasar en España». Y es que, para ponerse en situación, «aproximadamente el 80% no tenemos las jaulas adaptadas a la normativa que va a entrar en vigor», remarca. ¿Por qué? La respuesta es sencillla: «Tenemos que esperar hasta el último momento porque tenemos que aprovechar la explotación hasta el último día». Y tampoco se pueden permitir empezar a hacer cambios, primero porque «no disponemos de recursos económicos para ello», señala Marta, quien matiza que «hemos tenido dos años muy malos desde la pandemia y estamos un poco atados de pies y manos».
La crisis económica ha traído consigo un aumento de precio de las materias primas «importantísimo» que se ha visto reflejeado especialmente en el aceite y el gasoil, que «siguen subiendo». Coincide, además, con que todavía se están recuperando de la huelga de transporte del año pasado, que «afectó muchísimo».
Todo ello, sumado a que buena parte de los avicultores tendrán que reducir el censo de aves a la mitad (si no más), terminará por disparar el precio con el que llegará al consumidor el producto final. «La docena de huevos se va a poner a un precio en España que yo no sé si lo vamos a poder pagar», advierte Marta.
«Viven con sus propias heces»
No es la única pega que considera que traerá la nueva normativa. Frente a los «jaulones grandes y adaptados a la legislación vigente» que utilizan ahora, en los que se limpia todas las semanas la basura generada por la gallina, teme que la nueva ley no garantice un entorno saludable. «La gallina estabulada durante un año, vive con sus propias veces durante un año», señala.