Moisés Noval, presidente de la Asociación de Criadores de Gochu Asturcelta. / P. Nosti

Asediados por la crisis del sector ganadero y el alza de los precios, en el último año el 15 por ciento de los criadores han cesado su actividad

A. S. GONZÁLEZ

El momento es ahora. La Asociación de Criaderos del Gochu Asturcelta urge a poner en marcha todos los proyectos que desde hace años reposan sobre una mesa para el impulso de esta raza autóctona. Después, quizás sea demasiado tarde. Asediados por la crisis del sector ganadero y el alza de los precios, en el último año el 15 por ciento de las explotaciones han cesado su actividad.

En 1998, apenas quedaban en Asturias cerdos de ‘oreyes llargues’. Los últimos ejemplares se localizaban en Allande, Illano, Cangas de Narcea y Belmonte de Miranda y la raza autóctona estaba en riesgo de extinción. Ese año, con tres cerdas y un verraco, comenzó la recuperación del gochu asturcelta. Veinticinco años después, el censo animal ronda el medio millar de cabezas reproductoras que cuidan 67 ganaderos.

Moisés Noval pertenece desde hace más de dos décadas a la directiva de la organización que vela por los intereses del sector, que actualmente preside. Si el gran logro a lo largo de los años ha sido, primero, la pervivencia de la raza y, después, el reconocimiento de la calidad de su carne, el peligro de extinción no ha desaparecido. Las amenazas son muchas y el apoyo de la administración, indispensable.

Proponen que se tenga en cuenta al gochu asturcelta, y también la cabra bermeya y la oveja xalda, en las políticas forestales. “Los cerdos pueden ayudar a prevenir incendios y ayudar a la gestión de los montes”, defiende. Por donde pasan –la especie pastorea en extensivo- mantienen la vegetación al ras de suelo y podrían actuar como cortafuegos. Al Ayuntamiento de Valdés le propondrán participar en proyectos de gestión de limpieza de montes con los animales.

Para aliviar el coste de alimentar a los suidos, la asociación ha presentado además un plan experimental de aprovechamiento de los residuos alimentarios de Mercasturias, toneladas de alimentos que diariamente se tiran y que, con un tratamiento, podrían servir de cebo a los gochos.

El espejo en el que se mira la asociación asturiana es el del porco celta, raza que procede del mismo troco que la asturiana y asentada en la vecina Galicia. Sus criadores se constituyeron en asociación después que los asturianos pero el sector despegó con mucha más fuerte y ha conseguido desarrollar una industria propia alrededor del animal.

¿Por qué? “Han tenido muchas más ayudas y apoyos tanto de la industria cárnica como de la administración”, resume Noval. Más investigación, mayores facilidades para iniciar la actividad y una mejor gestión de las ayudas de la PAC obraron, en su opinión, allí el milagro.

Ejemplares de gochu asturcelta en una finca en Siero. / P. Nosti

Ejemplares de gochu asturcelta en una finca en Siero. / P. Nosti

El ganadero cuenta con las manos las carnicerías que venden gochu asturcelta y las empresas que lo distribuyen y, aunque reconoce que hay dificultades –no tienen stock a lo largo de todo el año y la producción es muy diversa por la distinta alimentación de los cerdos o el lugar de Asturias donde se crían- tiene esperanzas en que las chacineras regionales comiencen a mirar para el producto.

“En Asturias el sector está muy asentado y creo que perciben la apuesta por el gochu asturcelta como una inversión de riesgo, pero tengo la sensación de que eso está cambiando. Ahora, con la economía circular y el valor del kilómetro cero, la diferenciación es un valor”, opina.

La restauración sí ha sabido valorar el producto y los cocineros son sus mejores embajadores. La carne de estos gochos, más oscura, es baja en colesterol y grasa. Además, los animales se adaptan a ambientes particulares y presenta resistencia a enfermedades.

La raza entró en peligro de extinción desplazada por otras comerciales más productivas. Su pervivencia permite, sin embargo, mantener la diversidad genética, preservar su relevancia cultural e histórica y crear economía y fijar población en el ámbito rural, además de potenciar sistemas de producción sostenibles.

Las amenazas actuales también vienen de fuera. “Si entra la peste porcina africana se vuelve a extinguir seguro en cuestión de meses”, asevera. Para afrontar un riesgo “grave”, existe un banco de germoplasma con semen y ADN conservado en nitrógeno pero la mejora genética de las muestras es otro de los campos de batalla.

Noval dejará su cargo el próximo mes de julio pero tiene claro por donde pasa el futuro. “Esto es un no parar de buscar el valor de las razas autóctonas y la ganadería extensiva . Creemos que es la forma de generar economía de nuevo en el medio rural y creemos, además, que nuestras propuestas contribuyen a solucionar problemas de actualidad”.