Pepe Bada, en la cueva de maduración de quesos en Tielve. / E.C.
Las queserías advierten de que cada vez hay menos ganaderías por los daños del lobo: «Cuando recibes tantos palos, acabas rindiéndote»
CLARA G. SANTOS
Pepe Bada recuerda con cierta nostalgia los días en los que sus rebaños de ovejas y cabras pastaban libremente por sus praos en Cabrales. Llegó a tener más de 200 animales, pero de eso hace al menos una década. Los ataques del lobo fueron complicando cada vez más su actividad hasta que, al final, optó por mantener la quesería y deshacerse de los animales. «Al principio luchas, pero cuando recibes tantos palos y ninguna ayuda te acabas rindiendo», asegura Bada. Como él, otros muchos ganaderos se vieron abocados a vender sus rebaños.
El resultado es que hoy en día prácticamente ninguna quesería elabora el Cabrales con tres leches. «No es rentable», advierte José Vicente Cotera, de la ganadería Vega de Tordín. «Tienes que hacer el queso, gestionar ventas, atender visitas… No hay horas suficientes en el día para atender al ganado», afirma. También en la quesería de Arenas de Cabrales hubo animales, pero con el tiempo, la única opción factible fue dedicarse a la quesería y al turismo gastronómico. Ahora elaboran el queso con leche de vaca estabulada y, de esta forma, su actividad se blinda contra los ataques –que aseguran cada vez son más frecuentes– del lobo.
En las últimas dos décadas la elaboración con tres leches se ha convertido en algo más bien testimonial, recuerdo de otro tiempo. «Antes el 100% de las ganaderías cabraliegas tenían tres rebaños, hoy se cuentan con los dedos de las manos», cuenta Pepe Bada. En su quesería de Tielve hace años que cambiaron de fórmula. Compran leche de vaca a un ganadero de la zona y con eso van tirando. «¿Para qué vas a molestarte en usar tres leches si cuesta más y te lo pagan igual», lamenta.
En cuanto al futuro, no ya de esta modalidad más artesanal, sino de la actividad ganadera en sí misma, Bada se muestra un tanto negativo. Considera que el daño que provocan los ataques del lobo es «irreversible» y que la falta de relevo generacional va a terminar de sentenciar al sector. «El pastoreo se ha perdido, quienes tienen cabras y ovejas, que son pocos, las tienen guardadas por miedo a los ataques que pueda haber», explica. El hecho de que José Vicente Cotera y su hermana Isabel quisiesen continuar con la quesería familiar de Vega de Tordín arroja algo de esperanza. Saben, no obstante, que son los menos.
«Muchos jóvenes prefieren ir a trabajar a la ciudad con un horario fijo y vacaciones, el día a día en la quesería es muy duro», precisa Cotera.
Además de la falta de incentivos para favorecer el relevo generacional, los artesanos del queso se quejan de la cantidad de cortapisas que les pone la administración. «Hacen leyes desde el despacho que no nos benefician y mientras tanto en Tielve seguimos sin cobertura», sentencia Pepe Bada.