Germán Concheso, con sus asturcones. / J. M. Pardo
Aunque la a raza continúa en peligro de extinción, su capacidad única para adaptarse al medio dispara el interés por el equino asturiano, incorporado incluso a explotaciones agrarias en Andalucía
A. S. GONZÁLEZ
En Tabernas, Almería, se produce uno de los mejores aceites ecológicos del mundo, premiado en más de 200 ocasiones. Las hectáreas de terreno donde brota el fruto que mañana será oro líquido las custodian asturcones. La raza asturiana contribuye al mantenimiento del suelo sin dañar los olivares mientras los agricultores ahorran en maquinaria y consiguen abono de la manera más natural.
El valor de los asturcones trasciende el interés lúdico deportivo o el rendimiento cárnico. Destaca Germán Concheso, presidente de la asociación de criadores, la capacidad única de la raza para adaptarse al medio y subsistir. Para estos equinos, los piensos son la “golosina” que favorece el manejo en momentos puntuales, pero son capaces de subsistir salvajes en la naturaleza alimentándose por sí mismos. “Como toda la vida”, puntualiza.
De las siete razas autóctonas del Principado -Asturiana de los Valles y Asturiana de la Montaña, Poni Asturcón, Cabra Bermeya, Oveya Xalda, Pita Pinta y Gochu Asturcelta- seis están en peligro de extinción. La paulatina sustitución por otras comerciales y más productivas supuso su casi desaparición hasta que, alertados por la escasez de ejemplares, se pusieron en marcha programas de conservación.
El asturcón es ajeno a la crisis de los cereales a los piensos disparados y eso, puntualiza Concheso, debería llamar a la reflexión. ¿Por qué renunciar a especies que puedan alimentarse del medio, que sigan el ciclo natural, por qué cebar y cebar para un mayor rendimiento cárnico? “Hay quien piensa, ¡qué ruino el asturcón. ¡Qué pequeño, pero sin son ponis! Pues gracias a esos animales tan ruinos estamos aquí, son los que alimentaron a nuestros abuelos y a los abuelos de nuestros abuelos”, apuntala el presidente de ACPRA, acrónimo de la Asociación de Criadores de Ponis de Raza Asturcón.
Su supervivencia ha permitido mantener la diversidad genética y preservar su relevancia cultural e histórica. Además, ahora se revela su mejor cara, su capacidad para contribuir a los sistemas de producción sostenibles, al mantenimiento forestal y de garantizar la autonomía alimentaria en tiempos de escasez de suministro de piensos o cereales.
A día de hoy, hay 2.922 asturcones. El campo mira a estos ponis con buenos ojos y la demanda de ejemplares supera a la oferta. “Hay mucha gente esperando para comprar asturcones pero no hay. La gente no da los suyos y, los que nacen, están ya vendidos”. Los equinos ayudan a conservar en buen estado los montes y las ayudas de la PAC para la supervivencia de razas en riesgo de extinción contribuyen a impulsar la apuesta por unos animales que apenas generan gastos.
La situación, no obstante, continúa siendo crítica. El ritmo de crecimiento es muy lento a pesar de que cada año nacen entre 500 y 600 ejemplares. El mayor problema, ahora mismo, es el depredador natural, el lobo, y la pregunta inevitable: ¿por qué pesa más una especie en extinción que otra? Concheso, que también preside la Federación de Razas Autóctonas Asturianas (FEDRASTUR) apuesta por un equilibrio y un plan de actuación que posibilite la conservación de todas las especies, convencido de que el lobo no desaparecerá aunque no se incluya en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (LESPRE)