Javier y Andrés revisan su plantación de aguacateros
Andrés y Javier han tenido que esperar casi cuatro años para ver sus primeros frutos. A pesar de la larga espera, la expectación en torno a esta plantación es total
CARLA VEGA
Cuando el malagueño Andrés Ibarra y el vizcaíno Javier Cívicos se conocieron, ya como vecinos de Cabranes, comenzó a fraguarse, sin que ellos lo supiesen aún, una historia de éxito. Ibarra tenía un sueño, cultivar aguacates asturianos, y Cívicos una finca con un suelo inmejorable para la plantación, por lo que sin pensárselo mucho, se iniciaron en la aventura de investigar la mejor opción para transformar esta idea en un negocio viable. «Desde que llegué a Asturias, hace más de una década, me sorprendió ver algún aguacatero en la zona, y desde entonces la investigación sobre las diferentes variedades de este árbol y cuáles podrían ser viables aquí ha sido una constante», explica el malagueño. Han sido muchos los palos que se llevaron desde que decidieron emprenderse en la aventura de fundar Aguacastur, aprendiendo de sus errores, y haciendo las cosas «poco a poco y sin créditos bancarios.
Teníamos una idea innovadora sin referencias, arriesgarse a llevarla a cabo pero con calma». Así, comenzaron con 200 árboles que han ido creciendo hasta los 700 de la actualidad, aunque el proceso para que los aguacateros comiencen a dar fruto es largo. «El año pasado no quisimos dejar que esos primeros 200 árboles diesen fruto para que las plantas creciesen más, pero suelen tardar unos 3 o 4 años en florecer», explica Ibarra.
El tamaño de estas primeras frutas es muy aceptable, y la aceptación y expectación por probar los aguacates de Cabranes es total. «Por el momento se están vendiendo solos. Hay una aceptación muy buena por el momento y queremos trabajar directamente de productor a consumidor. Con el tiempo y con suerte necesitaremos ayuda de distribuidores, pero por ahora, comercio directo», afriman ambos socios.

El vizcaíno y el malagueño muestran con orgullo sus primeros frutos. / C. Vega
Les han llamado desde muchos puntos del Principado, pero también desde fuera de Asturias para hacer encargos. «El problema que tenemos ahora es que tenemos más demanda que producto, porque aún no da fruto toda la plantación. En ese sentido estamos muy contentos porque poco a poco iremos cubriéndolo», afirma Cívicos.
El proceso no ha sido sencillo, ya que Asturias no es un territorio en el que, por su climatología, esta planta tropical se de naturalmente. «Hay que controlar que el árbol tenga una buena temperatura, suelos adecuados y el agua necesaria, ni en déficit ni en mucha cantidad. Para el tema de la temperatura, aconsejamos zonas costeras con temperaturas más suaves. Aunque lo que más trabajo da es el mantenimiento de la finca, principalmente segar. En cuanto al árbol, mantener el corte limpio, podar malas ramas y recogida del fruto», explica Javier, que es quien se encarga del día a día de la finca ya que Andrés viaja entre Málaga y Cabranes por trabajo.
Actualmente Aguacastur ya forma parte del Vivero Empresarial de Cabranes, una decisión que a Andrés y a Javier les parecía el siguiente paso. «El alcalde nos había animado en otras ocasiones para que viniésemos y cuando vimos que la necesitábamos si o si, y económicamente no solo podíamos permitir, la cogimos. La idea es crecer algo más, crear puestos de trabajo, y quizás industrializar esto un poco a la hora de cadena de embalaje», detalla Cívicos. «Fundamentalmente queremos poder vivir de esto ambo y crear economía social, dar empleo al pueblo», añade Ibarra.