Un estudio identifica los atributos de las reses de leche con menores emisiones de metano, primer paso para una cría selectiva
A. S. GONZÁLEZ
Cada año, según datos de la FAO, las vacas liberan a la atmósfera 100 millones de toneladas de metano. Su emisión de gases contribuye con un 5% al calentamiento global y aminorarla constituye todo un reto que suele abordarse a través de la dieta de los rumiantes, incorporando inhibidores del gas.
La ciencia va ahora más allá y da los primeros pasos hacia la cría de vacas con bajas emisiones de metano. Investigadores de la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad de Pensilvania han identificado diferencias clave entre las vacas que emiten naturalmente menos metano que el promedio.
El estudio, publicado en la revista científica Journal of Dairy Science, constata que las vacas de baja emisión «tienden a ser más pequeñas y albergan diferentes comunidades microbianas». Ese menor tamaño no se asocia, sin embargo, con una producción más baja o diferente de leche.
Son animales «más eficiente» porque, como explica el autor principal del trabajo, Dipti Pitta, la formación de metano es un proceso “energéticamente ineficiente”. La vaca emplea esa energía que deja de gastarse «en actividades metabólicas, incluida la mejora de la tasa de crecimiento y la producción de leche».
El metano se produce en el rumen, o primer estómago de las vacas, un respiradero de fermentación microbiana que alberga millones de microbios que les ayudan a descomponer sus alimentos. Durante este proceso de digestión, los microbios convierten la fibra en varios productos químicos, incluido el metano, que las vacas liberan a través de eructos.
Ahora, los científicos tratan de identificar si existe algún componente genético del huésped u otros parámetros determinantes con el objetivo final de criar selectivamente ganado con bajas emisiones de metano. El estudio se llevó a cabo con vacas Holstein. De un rebaño de 130, seleccionaron las cinco con bajas emisiones y cinco vacas con alto contenido y caracterizaron las diferencias en términos de su genética, producción de leche, fermentación ruminal y microbiomas ruminales.
Las vacas con bajas emisiones de metano albergaban menos tipos de microbios en sus rúmenes, y sus microbios tenían menos probabilidades de ser productores de metano o ‘metanógenos’; también tendían a tener estaturas más pequeñas. Las vacas de menor tamaño tienen rumenes más pequeños, lo que significa que pueden comer menos alimentos en un momento dado. Esto significa que hay una tasa de paso más rápida de alimentos a través del intestino, y este ritmo más rápido es menos hospitalario para los tipos de microbios que producen metano.