Un baño de 10 minutos a 49 ºC en las púas de los injertos permite acabar con las larvas sin dañar los tejidos de la planta
A. S. GONZÁLEZ
La avispilla del castaño apenas vive entre dos y diez días, tiempo en el que deposita hasta 300 huevos en las yemas de un árbol. Las larvas evolucionan lentamente desde el verano y en primavera aceleran su desarrollo, induciendo la formación de «agallas» en los brotes del castaño, el mejor síntoma para identificar la infección de un árbol.
El tiempo transcurrido hasta su aparición es una de las razones del éxito expansivo del insecto: su presencia es indetectable en los primeros estadios de desarrollo. A ello se suma la facilidad de propagación ya que el traslado de una hembra es suficiente para su multiplicación. Esto se debe a su particular reproducción -por partenogénesis telitoquia- que no requiere de un macho para su fecundación.
El uso de productos fitosanitarios se ha revelado ineficaz para combatirlas debido a la dificultad de alcanzar las larvas alojadas en el interior de las yemas y Asturias brega contra la plaga desde distintos frentes, de la prevención a la lucha biológica. Acabar con la avispilla en sus estadios iniciales es fundamental y los científicos del Serida han demostrado la eficicacia de la termohidroterapia para alcanzar este propósito.
Un baño de 10 minutos a una tempe[1]ratura de 49 ºC permite desin[1]fectar las púas de injertos de castaño sin dañar los tejidos de las púas; incluso en ocasiones mejora el porcentaje de prendimientos de injerto y de yemas bro[1]tadas tras el tratamiento. los viveros pueden garantizar, aplicando este tratamiento, que las plantas que ofrecen están libres de la plaga y acabar con la diseminación accidental a través de la venta de material vegetal infectado.
Para el éxito, es importante mantener la temperatura del agua lo más homogénea posible mediante agitación e introducir el material suelto y sin compactar, en bolsas de malla o similar, evitando mazos atados. El protocolo es sencillo, económico y respetuoso con el medio ambiente.
Las larvas de la avispilla se alimentan de las sustancias nutritivas del castaño. Las agallas que forman, además de servirles de protección, les sirven de alimento y alteran el desarrollo del árbol en su propio beneficio, modificando los tejidos de las yemas y también el metabolismo. Todo ello se traduce en una merma del crecimiento, la producción de flor y el fruto con una reducción de la cosecha que alcanza el 80%.
Tierra de castaños
Asturias concentra el cincuenta por ciento de los castañares de España y el Principado destinará hasta 2025 casi 600.000 euros a luchar contra el parásito. Durante el periodo 2017-2022 se liberaron en Asturias casi 312.000 ejemplares de Torymus sinensis, organismo que controla de manera natural la plaga. Además, el Serida ha lanzado recientemente la aplicación DkFreeCastanea para coordinar las actuaciones de control y detección. La herramienta permite a los ciudadanos notificar la ubicación de ejemplares libres del insecto para su posterior evaluación y determinar su potencial resistencia a la especie invasora.