Tras la peor cosecha del siglo, los productores piden «más herramientas para luchar contra las plagas»
A. S. GONZÁLEZ
La antracnosis es la principal responsable de que la última cosecha de faba asturiana haya sido la peor del siglo. Algunos productores creen, incluso, que de la historia. Si el año pasado la recogida ya fue escasa, la pérdida respecto a hace dos años alcanza el 70%.
Detrás del impactante descenso se esconde la acción de un hongo diminuto, de nombre Colletotrichum lindemuthianum, presente en todo el mundo y que gusta especialmente de zonas de temperatura moderada y elevada humedad.
Su presencia provoca grandes daños a la judía común y, especialmente, a la faba de granja, a la que causa lesiones bien definidas de color pardo oscuro sobre tallos, hojas, vainas o semillas. En condiciones ambientales favorables de humedad y temperatura, si el hongo ataca a las plántulas puede causar su muerte.
Si se ceba hojas, produce la defoliación de la planta y cuando afecta a las vainas, zona en la que se observan los síntomas más características y distinguibles, puede llegar a deteriorar la semilla. Allí se producen lesiones hundidas, redondas u ovaladas y de color oscuras, sobre las que a veces se pueden incluso observar masas de espora de hongos de color salmón.
Los focos primarios se deben, principalmente, a semillas infectadas pero su transmisión es sencilla. Bastan las salpicaduras de lluvia, el viento, la acción de los insectos o el contacto de unas plantas con otras para que se disperse.
El proceso, produce nuevas infecciones de plantas colindantes, reinfecciones en la propia planta o simplemente facilita la conservación en el medio a la espera de una oportunidad para germinar.
Los productores, ahogados con la situación, reclaman «más herramientas para luchar contra las plagas que atacan los cultivos». «Hace unos años nosotros podíamos utilizar algunos productos específicos para combatir los hongos en los cultivos, pero desde un tiempo nos prohibieron el uso de esos productos y ahora no tenemos cómo combatir la plaga. Y no fue por un tema de salud vegetal, simplemente no lo sabemos», explicaba a este periódico José Manuel García Méndez, agricultor de Villayón.
El pasado verano, el Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario (Serida) presentó dos nuevas variedades de faba granja mejoradas genéticamente para resistir a tres de las enfermedades comunes en cultivos locales, entre ellas la antracnosis.
Dada la naturaleza de la resistencia genética a antracnosis en la faba, es posible que cuando se cultive ampliamente una variedad resistente, surjan nuevas razas por evolución del patógeno o intercambios con otras áreas de cultivo capaces de superar esta resistencia, reconocía no obstante el organismo en un estudio previo.
La recomendación, pues, es combinar un adecuado manejo del cultivo con la utilización de variedades resistentes para minimizar la proporción de semilla deteriorada en la cosecha. Estos son algunos consejos para las plantaciones de faba:
- Utilizar semilla de calidad, libre de patógeno y tratada con un fungicida.
- Distanciar las calles de cultivo y orientarlas en dirección norte-sur para favorecer un ambiente seco, hostil al desarrollo de este patógeno.
- Evitar el cultivo en zonas de baja exposición solar
- Controlar el desarrollo de las malas hierbas para favorecer un ambiente más seco en el entorno de la planta.
- Recurrir a técnicas de acolchado que minimizan el contacto entre la planta y el suelo.
- Retirar y destruir los restos de la cosecha y las plantas con síntomas de antracnosis, para evitar la propagación.
- Limpiar o cambiar los elementos usados en el tutorado del cultivo.
- Rotar los cultivos.
- En campos con problemas recurrentes de antracnosis, se recomienda cultivar especies no sensibles al patógeno, como por ejemplo los cereales, que además pueden ser incorporados al suelo como abonos verdes