Daños en terrenos por la rata topera. / Agencias

El Serida estudia cómo el cárabo, la lechuza o el mochuelo pueden contribuir control biológico del roedor en Asturias

A. S. GONZÁLEZ

A pesar de su diminuto tamaño, la rata topera lleva causando importantes pérdidas agrícolas en los campos asturianos desde, al menos, el siglo XVII. El roedor encuentra en la cornisa cantábrica un hábitat idóneo para su dispersión en por sus extensas praderas y plantaciones de frutales.

Asentada en el Paraíso Natural, se alimenta silenciosamente, desde sus galerías bajo tierra, de las raíces de manzanos, perales, kiwis ciruelos o aguacates. Diariamente engulle entre 80 y 130 gramos de alimento; sustento para ellas, merma de salud para el árbol. En una pomarada joven, pueden acabar con tres cuartas partes de la plantación.

Su presencia se hace visible cuando los miembros jóvenes se independizan en busca de nuevas rutas que colonizar – cada hembra puede llegar a producir hasta 28 crías en un solo año-y salen a la superficie para horadar después nuevas rutas subterráneas. Es entonces cuando su rastro lo revelan los característicos montículos que anuncian la colonización de un terreno pero también cuando pueden caer víctimas de los depredadores.

En la Cornisa Cantábrica, puede ser atacada por depredadores especializados, como los armiños, las comadrejas o las garduñas pero también por depredadores no especializados. En ese grupo se enmarcan las aves rapaces nocturnas que, según el Serida, “pueden jugar un papel relevante como enemigos naturales”.

Los ejemplares eligen las noches, preferentemente oscuras y lluviosas, para lograr un mayor éxito en la colonización de espacios. Por un lado, los suelos húmedos favorecen la excavación de galerías y, por otro, estas condiciones ambientales disminuyen los sentidos de los depredadores.

El Serida ha estudiado, en un trabajo firmado por los investigadores Aitor Somoano, Adriana Sanmartín y Ana del Cerro, qué aves nocturnas pueden participar en el control biológico del animal en Asturias. Destacan en su trabajo, el potencial del cárabo común, la más extendida en la región, y cuya distribución coincide en mayor medida con la mostrada por la rata topera, y la lechuza común, también presente en gran parte de la región.

El artículo señala también en cuenta el mochuelo europeo y, durante los meses de primavera y verano, al autillo, si bien sus presas suelen ser de menor tamaño y fundamentalmente invertebrados. La presencia del búho campestre se limita a unos pocos concejos durante el invierno, aunque también «podría llegar a ser un depredador potencial de topillos».

Los investigadores subrayan que la presencia de rapaces nocturnas en las zonas agrícolas y ganaderas de Asturias se puede ver favorecida promoviendo la heterogeneidad del paisaje y la presencia de áreas naturales e instalando posaderos, pechas, cajas nido y lugares de cría.

Además, subrayan que el control biológico supone «una herramienta de control barata y respetuosa con el medio ambiente, complementaria otros métodos sostenibles, como la utilización de trampas de golpe, la instalación de barreras perimetrales o la destrucción de las galerías»  La reducción de la cobertura vegetal mediante siegas frecuentes también incrementa la depredación por parte de las rapaces