Abeja realizando labores de polinización / EFE
Una adecuada polinización puede aumentar hasta un 40% el peso, rendimiento y valor económico de los frutos, según un estudio publicado por el Serida y el IMIB
A. S. GONZÁLEZ
Una gestión adecuada de la polinización podría aumentar el peso de un kiwi, su rendimiento y su valor económico asociado hasta un 40%. La industria de este fruto en Asturias es pujante y a las 3.500 toneladas que anualmente se mandan al mercado desde el Principado se sumarán otras 1.500 en el próximo lustro. Sus productores buscan una IGP propia que certifique las características únicas y la calidad de un alimento que el mercado ya valora.
Mientras tanto, la ciencia estudia cómo mejorar los cultivos y los investigadores Marcos Miñarro, Rocío Rosa García y Dani García, del Serida y el Instituto Mixto de Investigación en Biodiversidad (IMIB), dependiente del CSIC y la Universidad de Oviedo, lo hacen desde el punto de vista de las interacciones biológicas y la ecología del paisaje.
Su estudio, llevado a cabo en una quincena de fincas, ha evidenciado el notable incremento de peso vinculado a una mayor presencia de insectos y concluye, además, que el cultivo de kiwi en la región sufre limitaciones de polinización y que la gestión «es mejorable».
El peso del fruto depende en gran medida del número de semillas, que a su vez determina el número de granos de polen que fecundaron los óvulos. Una flor contiene hasta 1500 óvulos y un kiwi de 100 gramos tiene alrededor de 1200 semillas, lo que significa que la flor recibió al menos 1200 granos de polen compatible.
El polinizador más habitual es la abeja melífera y, sin embargo, el más efectivo, es el abejorro, Dado que la abeja melífera es el principal polinizador del kiwi en Asturias, los investigadores animan a fomentar sus poblaciones, «máxime cuando la producción depende de la abundancia de las poblaciones locales de estos insectos». Para conseguirlo, es más efectivo actuar en el paisaje que instalar colmenas en el entorno.
Habitualmente, aparecen en las plantaciones de forma espontánea atraídos por la floración masiva del kiwi y enmascaran el efecto de las colonias introducidas intencionadamente, al igual que ocurre en el caso del arándano y el manzano.
Los expertos sugieren a los kiwicultores reducir la competencia por los polinizadores con otras plantas de floración simultánea mediante el desbrozado y rociar los árboles con fragancias atrayentes o jarabe de azúcar para aumentar la permanencia. También advierten que distribuir las colmenas por la plantación da mejores resultados que colocarlas en un único lugar.