Daniel Exner, referente en el cultivo del manzano, reivindica el valor de las distintas variedades de Asturias
A. S. GONZÁLEZ
Su discurso es crítico, tajante, pero también esperanzador. Daniel Exner cree a pies juntillas en el futuro de la manzana de sidra asturiana y continúa apostando a lo grande por el producto. Su último envite se produjo antes del fin de 2022 con la compra de ocho hectáreas de tierra en la vega del Río Aboño en Campazón, que se suman a las 32 de la Finca Gallinal, una de las mayores pomaradas de la región, y en las que plantará siete mil nuevos árboles.
Al año, de la plantación salen 400.000 kilos de manzana, aún distantes de los 600.000 que se plantea como techo en 2024. Su forma de trabajar difiere de la tradicional. Si habitualmente se ha tendido a alternar las variedades de manzano para favorecer la polinización cruzada, conviviendo en una misma parcela distintos tipos de árboles, Exner ha dividido su extensa finca –el tamaño se lo permite- en piezas, cada una con una variedad de manzana específica.
De este modo, puede aplicar tratamientos específicos a cada una de ellas en las fases de prebrotación, floración o cuajado, recoger en el momento de maduración ideal y optimizar de esta forma los recursos y los cuidados. Él entiende el mundo de la sidra un poco como el del vino, que mima la uva y cada una de sus variedades. Su reconocimiento es crucial.
“Si hay más de setenta variedades, estudiemos qué aporta cada una, pongámoslas en valor y que el llagarero elija”, reflexiona. Así sabrá el porqué de una sidra de restallu y podrá afinar mejor, ganar en regularidad… El consumidor podrá también decantarse en función de sus gustos. Habrá quien apueste por las propuestas ácidas, quien abrace el dulzor.
“Todo el mundo ha maltratado la manzana, llagareros y productores. No se ha prestado ninguna importancia al origen, con un desprecio absoluto”, contrapone. La manzana es esencia. Él vende por variedades: Regona y Tresali a Castañón; Xuanina a Trabanco; a Sidra Quelo Verderona y Raxao; de la Riega, Raxao y Verderona para El Gaitero y también raxao para Sidra Peñón.
Si la puesta en valor del fruto es importante, la rentabilidad es capital. Su finca la considera viable atacando en tres frentes: la intensificación –mayor densidad de plantación-, el riego y el mecanizado. Para alcanzar la viabilidad es preciso alcanzar una productividad de 20.000 kilos por hectárea. La media en Asturias apenas alcanza los 10.000.
Finca Gallinal se queda a medio camino entre los 15.000 y 16.000. En algunas zonas alcanza las 25.000, en otras, sobre las que actuará, apenas rebasa las 6.000. La pregunta es obligada: ¿afectará esa intensificación a la calidad del producto final? “No existe evidencia que respalde una merma cualitativa”, responde. Por eso, es necesario averiguar hasta qué umbral se puede trabajar para ser rentables.
Exner defiende que, desde 2015 la apuesta por la innovación y renovación de su plantación ha sido constante, siempre enfocada a lograr la mejor calidad de manzana de sidra. Con el paso de los años ha incorporado sistema de riego por goteo, maquinaria, sistemas de sujeción y entutorados.
La lucha contra la vecería es otro de sus campos de batalla y, su pronóstico, alentador, ya que “los nuevos sistemas de plantación confirman que la regularización de cosechas entre años es posible”.