El sello garantiza la calidad y el origen de un producto amenazado por la competencia desleal

A. S. GONZÁLEZ

Cinco de cada diez tarros de miel etiquetados como tal en España son sospechosos de fraude, según constata un informe elaborado por la Comisión Europea. El uso de jarabes de azúcar para abaratar precios, la adaptación de mezclas de miel y azúcar o el uso de aditivos y colorantes son prácticas comunes contra las que Asturias se ha blindado con el sello de la IGP.

La producción regional está, desde octubre de 2022, amparada por una identificación geográfica de calidad que garantiza origen, calidad y juego limpio. Miel de Asturias busca divulgar las propiedades y territorios de la región, enseñar a valorar y diferenciar el producto y certificar la naturaleza del néctar elaborado en el Principado.

En el primer año completo de actividad, los apicultores adscritos produjeron 184.280 kilos, de los cuales se certificaron únicamente 88.620. El desequilibrio, explica el presidente Julio Fernández, se debe, en parte, a que esa miel irá sacándose al mercado a lo largo del año por lo que lo previsible que la diferencia se compense. 2023 fue el primer ejercicio completo de actividad por lo que no es fácil todavía interpretar los datos. El año actual arrojará más luz.

En Asturias, no obstante, es común la venta a granel y eso es un problema para la profesionalización del sector y la venta en igualdad de condiciones.

IGP certifica seis mieles monoflorales: Brezo, Castaño, Roble, Eucalipto, Calluna y Madroño; además, 3 mieles de agrupaciones florales: miel de costa, miel de bosque y miel de montaña. El 76% de miel certificada fue multifloral y más de la mitad de la producción certificada correspondió a la variedad del bosque.  En las monoflorales, lidera el ránking el brezo seguido del castaño.

Las cifras, explica Fernández, cumplen las expectativas pero «toca seguir luchando para que aumente el número de colmenas y miel certificada. Hay, además, que “concienciar de la calidad y el origen del producto y de que el sello protege al consumidor frente a mieles de dudosas calidades y desconocida procedencia».

El sello trabaja en el diseño de una campaña de promoción, que incluye la asistencia a ferias nacionales y eventos y prevé, entre otras acciones, la publicación de un cuento infantil que permita explicar a los más pequeños qué es la miel de Asturias, promoviendo su consumo y bondades desde la infancia.

Frente a la crisis del sector apícola, asfixiado por una competencia desleal a la que la Unión Europea ha prometido hacer frente acabando «con las prácticas fraudulentas en torno a las etiquetas», el presidente de la IGP asturiana huye de los «mensajes catastrofistas».

Los problemas existen y a ellos se suman a acción de la velutina -«si no es por la actividad de los volutarios, nos comen»- y la barroa, pero también el futuro.  «El sector apicultor es el que ha registrado un mayor crecimiento en la última década en el sector agrícola. Afortunadamente, cada vez más apicultores se dan de alta en este sector, especialmente en la parte suroccidental de la región», recuerda el sello asturiano.